Ejército del Aire

Otros veraneos: volando por el Sahel

El Sahel, en el que operan hasta seis grupos terroristas islámicos, es también frontera nuestra, como lo es de Europa.

1.- Lo relata con la generosidad del buen líder: «La penosidad y peligrosidad de la misión recae en las tripulaciones que son los que están dando tumbos cuatro días a la semana con dos o tres saltos por día, en una zona de operaciones de 4.000 por 3.200 kilómetros, que abarca 19 países desde Senegal hasta la República Democrática del Congo, tomando en campos no preparados, con fenómenos meteorológicos extremos, durmiendo en condiciones muy austeras».

2.- Lo refiere al carácter de la misión que 66 miembros de nuestro Ejército del Aire, pertenecientes al Ala 35 de Getafe y a la EADA de Zaragoza, cumplen en África desde una base francesa ubicada en Saly al sur de Dakar en Senegal. Le sonarán poco al lector los nombres de los puestos franceses a los que apoyan: Tessalit, Kidal, Menaka, Aguegal, Tomuctú, Faya. («Hasta llevamos al pagador que les entrega el sueldo porque allí no hay bancos»). Más conocidos Gao, Niamey y Yamena.

3.- Lo compara con Afganistán. «El yihadismo radical está muy extendido en Mali, Níger, Burkina Faso y Nigeria con masacres y atentados todos los días con amenaza de extenderse. El papel de Francia proporcionando estabilidad en la zona a la que apoya España con un 35% de su esfuerzo en transporte aéreo, es vital; si se fuese Francia de África, tendríamos un Califato del Sahel en pocos meses».

Quien así lo expone es el Teniente Coronel, Fernando Aguilar, jefe del Destacamento Marfil de nuestro Ejército del Aire, que viene operando en la zona con aviones CASA 295 (T21) desde 2013. Las características de estos aviones, su flexibilidad para tomar y despegar en cualquier campo no preparado y su capacidad para transportar 50 soldados con equipo o 5.000 kilos de carga los hacen idóneos. A bordo, dos oficiales pilotos, dos suboficiales mecánicos/supervisores de carga y un suboficial y dos soldados de la EADA (Base Zaragoza) que se encargan de dar protección de la tripulación y del aparato especialmente cuando toman en campos en medio del desierto. Las amenazas de disparos con armas ligeras en las aproximaciones, les obligan a utilizar chalecos anti-fragmento y casco, «lo que hace más cansada la operación debido a las altas temperaturas y las largas horas de vuelo». Con ellos vuela un «convoyeur» francés quien coordina los apoyos que necesitan en las escalas francesas. «También aprovechamos escalas en Bamako o Bangui para abastecer a nuestros compañeros del Ejército de Tierra desplegados en misiones de la UE en Mali y República Centroafricana. Este lunes les llevamos unas piezas para que pongan operativo un helicóptero NH-90».

Coincido con la opinión del TCOL Aguilar sobre la intervención en el Sahel, esta amplísima zona africana de transición entre el Sahara y la sabana sudanesa entre el Atlántico y el Mar Rojo, cuando Francia está replanteándose continuar la operación Barkhane que desde 2014 apoya a los regímenes moderados islamistas de la región y que le exige un esfuerzo de 5.000 efectivos desplegados, con apoyos de España y Reino Unido, Estonia, Dinamarca y República Checa. No ha conseguido Francia en todo este tiempo, comprometer a Alemania y se plantea un «fin provisional de la cooperación» que podría sustituir por acuerdos bilaterales, especialmente con Mali, tras el golpe de estado del pasado agosto de 2020. En este país, centro de la preocupación actual, despliega también una misión de Naciones Unidas, MINUSMA (Misión Multidimensional Integrada de Estabilización). Aguilar insiste: «si queremos seguir con la política de ayudar a regímenes islámicos moderados, hay que ayudar a Francia como nosotros lo hacemos».

Me preocupa este «fin provisional de cooperación» anunciado por Macron. Porque el Sahel, en el que operan hasta seis grupos terroristas islámicos, es también frontera nuestra, como lo es de Europa. La inestabilidad en estos países nos llega en forma de emigrantes genéricamente considerados «subsaharianos» que llegan a nuestras costas canarias o intentan saltar las vallas de Ceuta o Melilla. Intuyo que Francia, que une a su vieja relación con estos países considerados francófonos, una visión clara del problema, desarrolla un esfuerzo admirable que todos deberíamos agradecer, pero no encuentra apoyos suficientes europeos para continuar su labor.

Dos reflexiones:

-Tras la triste experiencia de Afganistán, no basta con rasgarnos las vestiduras al leer que NN.UU. cifra en 525 las muertes de emigrantes en la ruta canaria solo en lo que va de año, «sin contabilizar los naufragios invisibles».

-Francia despliega 5.000 efectivos cuando nosotros solo 66. Seguimos pensando que nuestra seguridad es cosa de otros y que la inversión en Defensa no es prioritaria.

Valoro enormemente el eficaz esfuerzo de quienes afrontan una misión poco conocida, con sacrificio propio y familiar, asumiendo riesgos y que llevan el nombre de España hasta el último rincón del Sahel. ¡Gracias destacamento Marfil!l!

Luis Alejandre, es general (r)