Delitos de odio

Temores

Es un territorio todavía repleto de mandriles sin evolucionar

Lo dijo Aimar Bretos el otro día estupendamente en Hora 25. Todavía hay gente homosexual en este país que se lo piensa antes de coger de la mano a su pareja y que prefiere tantear el ambiente antes de atreverse porque no se fía. O que tiene que calcular hasta qué punto está lo suficientemente seguro o segura en un lugar como para besar a alguien a quien está conociendo. Lo remató Bretos: El temor es real y no hay denuncia falsa que lo diluya. Todo esto viene al caso por lo sucedido con un chaval que contó que ocho encapuchados le habían agredido en Madrid para grabarle a navajazos en la nalga «maricón» y que finalmente se ha demostrado fue una historia inventada. Este final de guion ha sido aprovechado para tratar de desactivar una realidad que es palpable y que nos convierte en un territorio todavía repleto de mandriles sin evolucionar. El temor, por cierto, también se extiende. Tampoco crean que una chica puede volver a casa por cualquier camino o calle. No puede vestir como quiere, ni llamar la atención sin tener alguna consecuencia. Quiero recordar que los taxistas de Madrid, sin ir más lejos, llevan una pegatina que invita a las mujeres a pedirles que se queden hasta que entren en el portal. Quiero recordar también que tendrán Vds suerte si encuentran una fémina que no haya sufrido algún tipo de insinuación, que no haya pasado por algún momentito complicado en su vida, que no haya tenido que aguantarse el asco y las ganas de pegar un zapatazo en la mesa. Y, ya que estamos, quiero también que conste en acta que las mujeres de una cierta edad (como es mi caso) y solteras tenemos que soportar comentarios inapropiados, asquerosos y machistas sobre nuestra elección, como si en vez de serlo fuese un castigo merecido, como si no hubiera quedado otro remedio porque no había dios que nos aguante y hemos terminado siendo unas amargadas. Queda tanta plancha que no se si a los mandriles les da la cabeza pa tanto.