Pedro Sánchez
Sánchez: trato o muerte
Si el presidente cae, todos los que hoy constituyen el llamado bloque Frankenstein morirían junto a él
Hace tiempo que Pedro Sánchez vive en Halloween. «Trato o muerte». Esa es la fórmula de La Moncloa para despachar a parientes y allegados. «Trato», porque los socios, a la postre, necesitan dejarle manos libres para que siga correteando por la legislatura como si tuviese una mayoría absoluta. «Muerte», claro, ya que si por alguna razón el presidente cayese, todos los que hoy constituyen el llamado bloque Frankenstein morirían junto a él.
Los indicadores fiables, salvo el CIS de José Félix Tezanos, dan al líder socialista pocas posibilidades de continuar en el poder frente a Pablo Casado. Esa debilidad es convertida en fuerza por los estrategas monclovitas: «¿Cuál es la alternativa para nuestros aliados? ¿Que caiga este Gobierno y asumir la llegada de PP y Vox?», pregunta, retador, un ilustre sanchista.
El baluarte de Sánchez está en el temor de los demás a «que vienen las derechas», interesadamente amplificado por el PSOE y sus terminales mediáticos. En ese terreno se mueve el presidente como pez en el agua. Unidas Podemos, ERC, Bildu y demás fuerzas que pululan por los parajes autoproclamados «progresistas», incluso el mismo PNV, saben que con el Partido Popular se les acabó el chollo de un presidente que, aunque no sea el suyo, es un «primo lejano» al que solamente sostienen de manera cerrada 120 diputados socialistas. De ahí que desde La Moncloa se relativice tanto la agitación que parece colocarnos ante unas elecciones en primavera.
Naturalmente, en el Palacio Presidencial son conscientes de que el ruido por el futuro de la reforma laboral va a ser más intenso que los decibelios de los coches que pasan a toda velocidad por la cercana carretera de La Coruña. Las dudas e incertidumbres sobre la convivencia del PSOE y Unidas Podemos se agrandarán de aquí a final de año. Hasta Yolanda Díaz, que ha hecho de los buenos modales su catón para liderar el «frente amplio» de la izquierda «bukanera», se lo ha dicho así a los suyos. Agárrense, que vienen curvas.
La reunión convocada por Sánchez mañana martes promete. Junto a Nadia Calviño, Díaz y los ministros María Jesús Montero, José Luis Escrivá y Pilar Alegría, se fijará postura sobre la nueva legislación laboral. Pero, una de las dos facciones en litigio va a tener que tragar quina y hacer de la necesidad virtud. La Comisión Europea está pendiente para liberar otra remesa de fondos europeos.
¿Quién ganará este nuevo capítulo de «Juego de Tronos», Calviño o Díaz? En la porra parece ir por delante la vicepresidenta primera, aunque al final será Sánchez quien marque cuál de sus dos «vices» hincará la rodilla. De momento, los pulsos entre ministros socialistas y morados los han ganado siempre los de Unidas Podemos. Si bien, esta vez puede que el relato, cargado de iconografías de Díaz arrastrando a Sánchez a derogar la reforma laboral, haya ido demasiado lejos. ¿Puede el presidente renunciar al maná europeo por seguir con sus socios?
Mientras, el ambiente en el Congreso de los Diputados cada día es más tenso. Fíjense en la amenaza de enmienda a la totalidad de los costaleros preferentes del Gobierno. ¿Un farol de ERC y PNV? ¿Una estrategia de presión? Desde luego, a los negociadores de Sánchez les hicieron gastar mucha saliva. Félix Bolaños y María Jesús Montero hablaron por teléfono largo y tendido con Pere Aragonés y Gabriel Rufián, por un lado, y Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, por otro. El Gobierno admite que a partir de ahora arranca una negociación partida a partida. Es decir: las cesiones a independentistas catalanes y nacionalistas vascos y a los bilduetarras van a ser duros de masticar. Curiosa la presencia de Arnaldo Otegi, siniestra sombra alargada, en cuestiones imprescindibles para la estabilidad del país. Cuando de lo que se trata es de reforzar el sillón de Sánchez, hasta los enemigos declarados de España son bienvenidos.
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