Luis María Anson
Canela fina | ... y José Luis Moreno
«He visto varios capítulos terminados de Glow and Darkness. Lo mejor sería que se terminara una serie de probable éxito internacional»
Los versos de Alejandro Roemmers se distinguen por su espiritualidad, su calidad formal y el aliento lírico que los inspira. Son excelentes. Le prologué el libro Sonetos del amor entero y, acompañado por Luis Alberto de Cuenca, lo presentamos en el Teatro Real de Madrid en un acto multitudinario. El poeta es hombre de profundo sentimiento religioso y está enamorado de las letras.
A José Luis Moreno le conozco desde hace más de cuarenta años. He seguido la larga caravana de sus éxitos en la ópera, en el cine y, por supuesto, en televisión. Ha sido presentador, actor, guionista, director y productor y se convirtió enseguida en uno de los nombres más destacados del mundo audiovisual, triunfando no solo en España sino también en importantes países de Europa, América y África. Es un hombre que destaca por su simpatía y su inteligencia. Hablamos con frecuencia sobre ópera y sobre tenis, dos aficiones que compartimos. En él, la ópera es, además, una profesión y suele reflexionar sobre el género lírico con profundidad y exactitud. También sabe mucho de tenis y me encanta que comentemos los partidos de Rafael Nadal. Acompaña, en fin, a José Luis Moreno un sólido equipaje cultural y, a lo largo de tantos años, nunca advertí en él nada de lo que el periodismo de la insidia ha desbordado en su contra.
Antes del escándalo tuve ocasión de ver dos capítulos de Glow and Darkness. Después he contemplado otros dos. Me parecieron magníficos. Televisión resuelta al mejor estilo cinematográfico, excelente guion, dirección eficaz, efectos especiales de envergadura y, sobre todo, interpretación sobresaliente con nombres estelares. Era una falacia afirmar que la serie no existía. Una completa falacia… Sí existía y los que contemplamos los capítulos terminados podemos dar fe de ello.
Como, al decir de Cervantes, «amistades que son ciertas nadie las puede turbar», escribo estas líneas después de que el tiempo transcurrido ha sosegado el escándalo. Y, por cierto, nunca he recibido un céntimo ni directa ni indirectamente, ni de Roemmers ni de Moreno. Me gustaría, eso sí, que se encontrara alguna fórmula de conciliación y que se terminara una serie que puede y debe convertirse en un gran éxito internacional.
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