Podemos

¿Quién quiere la guerra?

«No es necesario tener ardor guerrero para defender la democracia en el mundo»

Las declaraciones de las dirigentes de Podemos sobre la crisis de Ucrania resultan tan pedantes como insufribles. No conozco a nadie que quiera una guerra. La realidad es que hacen interpretaciones simplonas de temas enormemente complejos y tienen opiniones tajantes que trufan con descalificaciones, desacreditando a quienes no piensan como ellas. Tras escucharlas parece que existe un antes y un después en la Historia de España marcado por su irrupción en política. Estamos ante un conflicto muy complicado, con raíces históricas que se remontan a hace varios siglos y supongo que referirme al Rus de Kiev, los Varegos, la ocupación mongola, los principados previos a la unificación zarista, la influencia de Bizancio, la importancia de la religión ortodoxa y la conversión de los pueblos eslavos sonará extraño en Podemos. A lo mejor creen que me refiero a un precuela o secuela de «Juego de Tronos». Su posición es heredera de un tradicional sometimiento al comunismo soviético que ahora representa Putin. Estamos ante un presidente que se considera un orgulloso heredero de los líderes de la Unión Soviética y la Rusia de los zares. Es verdad que adaptado a los tiempos moderno, pero no por ello menos despótico y ambicioso.

Hay que tener presente que Podemos es una formación de raíz comunista y antisistema. Unos lo reconocen abiertamente y otros lo son sin hacerlo por una cuestión de táctica política. Belarra, Montero, Iglesias, Mayoral o Echenique estarán siempre más próximos de los regímenes autoritarios, como Rusia, que de una democracia como Estados Unidos. En cambio, Sánchez está alineado con aquellos que defienden la libertad e independencia de Ucrania. Lo que quieren es que este país soberano forme parte del área de influencia de Rusia y que Putin puede hacer lo que le dé la gana. No es necesario tener ardor guerrero para defender la democracia en el mundo. Es evidente que no les gusta a los podemitas, como tampoco al comunismo, porque no permite el adoctrinamiento de la sociedad y acabar con las libertades públicas. No es cómodo para Sánchez tener como socios a formaciones que defienden modelos autoritarios. El «no a la guerra» es algo en lo que todos coincidimos, pero no tiene por qué ser un cheque en blanco, como quiere Podemos, para Putin.