Partido Popular
Que viene Feijóo
En Génova se han parapetado con las máquinas de vending y los fachalecos. Ya nadie sabe quién disparó el primer hueso de aceituna; poco importa, es la guerra. Al otro lado de los cristales, hay gritos en la calle. La derecha en una manifestación es el cura en el striptease, pero ahí están los tíos, dándole a la bocina del liberalismo conservador.
En mitad de la concentración suena una gaita lejana. Para que adquiera su verdadero sentido musical, la gaita tiene que sonar en lontananza, como suena Alberto Núñez Feijóo, que lleva en el nombre de grito lejano -”Feijooo -se oye-, que viene Feijóo”- un eco en el valle de par de mañana.
Va todo el mundo diciendo: “Que viene Feijóo”. Lo dicen en los portales de Ciudad Lineal los porteros que se llaman Roberto y en los quioscos de periódicos, lo advierten los quiosqueros. En los pasos de cebra, las rubias de Serrano que esperan a que se ponga verde el semáforo y se dicen “Tía que viene Feijóo”. Los niños tiran de la manga del abrigo de las madres y les dicen: “Mamá, que viene Feijoo”. He visto a las carpas del retiro hablando de la moderación y los patos del estanque dan clases de muñeira. Los chavales del freestile ya no quieren rapear sobre el mañana. Se han apuntado todos a la Tuna Compostelana.
La gente va por el metro leyendo las escrituras del PP. “Ese invierno, de pronto, hará calor y en el cielo de la ciudad que llaman Madrid se hará un amanecer rojo con estrellitas blancas y emergerá una nueva sacerdotisa con unos rizos así tú sabes, y los grandes sacerdotes olvidarán las oraciones del día. Entonces, a la hora de la merienda llegará el mesías del final de la tierra por el sexto camino del noroeste y los mares se calmarán para siempre”.
Al cierre de este cuaderno Feijóo no ha entrado aún en Jerusalén, pero tiene la borriquita arrancada y con las llaves puestas.
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