Partido Popular
Feijóo, otro partido, con otras cartas
Con Feijóo en Madrid, meter miedo por el presunto ataque de la ultraderecha se cae por su propio peso. Y los dosieres también caducan
La crisis dentro del PP traerá consecuencias también para la estrategia del PSOE. Pedro Sánchez está obligado a revisar sus planes porque empieza otro partido, con otras cartas. Alberto Núñez Feijóo no es Pablo Casado. No actuará como él, y cometerá sus propios errores, pero no serán los errores del todavía presidente del PP. Dicen que estos días se le escucha mucho entonar la palabra «sosiego», justo la virtud para determinadas batallas que faltó en la dirección popular que ha saltado por los aires.
Los gurús del Gobierno de coalición deben empezar a revisar su «Manual de resistencia» porque el líder gallego jugará al ataque por otra banda a la que usó Pablo Casado. Es verdad que a Feijóo le espera en Madrid una política de barro a la que no está acostumbrado, y en la que muchos de los que se suponen que están en su bando ideológico serán los que más piedras le pondrán en el camino porque no toleran no ser los que marquen las directrices de la derecha. Ahora bien, Sánchez debería tomar nota de la intrahistoria de esta batalla del PP. Feijóo fue uno de los primeros en enfrentarse a la dirección de Casado y a su «número dos». Lo hizo recién acabado el Congreso de la sucesión, y cuando todavía no había empezado a verse el reguero de daños internos que dejaba la política del «ordeno y mando» de Génova. Casado no ha caído por Isabel Díaz Ayuso, sino por los heridos que provocó en la estructura orgánica, y que, aún convalecientes, no han dejado pasar la oportunidad de sublevarse. Como capitán y referente de la rebelión contra las maneras de Génova, Feijóo no ha hecho ningún movimiento en público en los últimos tres años que permitiera identificar hacia dónde dirigía el ataque ni si se había cambiado por completo de bando. Afirma y niega. Y actúa.
Para los estrategas de Moncloa empieza también un nuevo tiempo. Terminó la política del tuit, de la verborrea, de los bandazos y del culto a la juventud entendida como cualidad en sí misma. Y si Sánchez cree que puede estar contento, porque esta crisis dará todavía más vuelo a sus colaboradores de eso que llama la «ultraderecha», es que ha leído mal las claves de su nuevo adversario. Con Feijóo en Madrid, meter miedo por el presunto ataque de la ultraderecha se cae por su propio peso. Y los dosieres también caducan.