Carmen Calvo

La profetisa Carmen Calvo y CyL

Hace ahora dos años, para animar a las mujeres a sumarse masivamente a la jornada del día siguiente, que era el 8-M, sabemos que la entonces Vicepresidenta Carmen Calvo se dirigió a ellas con el argumento de que debían participar «porque les iba la vida en ello». Visto el resultado de secundar su llamamiento con su masiva asistencia a la manifestación de Madrid, que casi literalmente les produjo lo que profetizó, debería ser más comedida en sus juicios y opiniones sobre la materia, pero no parece sea así.

No abandona el género profético que da la sensación que le gusta cultivar, pues ha cargado contra el pacto de gobierno en Castilla y León entre el PP y Vox mostrándose apocalíptica al respecto, despachándose a gusto contra Mañueco: «Es terrible que las mujeres seamos la moneda de cambio de los pactos de las derechas». Para Calvo –no Calva y menos, Calve– es «terrible que se trafique y se negocie con las mujeres cuando hay 1,6 millones de españolas más que españoles», lo que nos hace dudar de la validez de ese argumento, ya que parece salvaguardar a las mujeres de ser sometidas a tráfico humano –tipificando esa conducta como un grave delito en el Código Penal– siempre y cuando sean mayoría entre la población española.

Ignoramos si son mayoría también en CyL, dado que ese Gobierno presuntamente esclavista y negrero sólo tiene competencias en el territorio de dicha autonomía, por lo que la política para acabar con la CyL vaciada y revertir la situación de despoblación que padece, deberá tener muy presente la perspectiva de género. En este caso, no para garantizar la igualdad, sino para asegurar una clara mayoría de mujeres respecto a los varones, obligando a éstos a migrar a territorios donde no peligre la supremacía femenina, requisito innegociable dado el grave riesgo que el caso contrario conlleva.

Por todo ello, la veterana política socialista ha comparado ese acuerdo de gobierno con «lo que hicieron los talibanes primero y luego Putin, que en el 17 suprimió la ilegalidad de pegar a las mujeres en Rusia». Ignoro si Putin permite que a las mujeres rusas se las pueda pegar impunemente, pero si Calvo lo dice, sin duda será por algo. No es extraño que concluya afirmando que los signatarios de ese pacto de gobierno no son políticos, sino «filibusteros de las palabras para ocupar los cargos, pero que lo hacen contra ellas».

Si se cumple esta profecía de Calvo como la anterior, España se habrá convertido en el primer Estado esclavista de la UE, y además sin perspectiva de género.