Fiscalía General del Estado

La derrota de la fiscal Sabadell

«Le resulta indiferente que no existiera un sobreprecio, porque la única motivación es el nombre Ayuso»

La Fiscal General del Estado ha acertado en su posición sobre la investigación que está realizando el fiscal Alejandro Luzón con respecto al contrato de mascarillas de una empresa en la que colaboraba Tomás Díaz Ayuso. Hay que aclarar que el hermano de la presidenta madrileña trabaja desde hace más de veinte años como comercial en el sector sanitario. No es un paracaidista que pasaba por ahí. La Junta de Fiscales considera que Luzón debe continuar al frente de la causa principal, sin perjuicio de que la Fiscalía Europea indague sobre los fondos comunitarios. Por tanto, la derrota de la fiscal Sabadell es clara y contundente. Ha fracasado en su estrategia en contra de Isabel Díaz Ayuso. El seguidismo con la maniobra de la izquierda en la asamblea madrileña es tan lamentable como inquietante. Es una muestra del nivel de indefensión que se puede sufrir. Ahora hay que animar a Sabadell para que actúe con ese mismo celo en las denuncias presentadas por la comunidad de Madrid. No digo que lo haga con mayor intensidad, sino que basta la misma que ha aplicado en un tema menor.

La Cámara de Cuentas de Madrid ha informado que no existe ninguna irregularidad. ¿Por qué Sabadell muestra este desmedido interés y reclama, sin ningún fundamento, esta investigación? La respuesta es muy evidente. Otra pregunta importante reside en saber cuál es la razón por la que no investiga las adjudicaciones del Gobierno socialista comunista. Estoy seguro de que nada tiene que ver con que recibiera el chollo de ser designada como fiscal europea en representación de España. Los destinos en el extranjero son muy deseados en la carrera judicial y fiscal, porque son prestigiosos y excelentemente bien retribuidos. Por supuesto, se trata de cuestiones irrelevantes que no influyen en el ánimo de la diligente fiscal. No le interesa la sorprendente subvención de 52 millones a una empresa aérea o los centenares de millones destinados a mascarillas, porque todo el mundo sabe que 50.000 euros es una cifra mucho más importante. Le resulta indiferente que no existiera un sobreprecio, porque la única motivación es el nombre Ayuso. Hoy cabe felicitar a Delgado. Ha acertado no sometiéndose a una oscura operación y deja el tema en manos de un fiscal impecable como Luzón.