Partido Popular
Renovación y cambio político
Feijóo tiene tarea. Aparte de renovar a fondo los órganos de dirección del partido, se espera de él una colaboración crítica con el actual Gobierno en estos momentos difíciles y un reagrupamiento de las fuerzas del centro-derecha
El día 20 de enero de 1961 John F. Kennedy inauguraba su mandato como presidente de Estados Unidos con un resonante discurso en el que dijo: «Vemos hoy no la victoria del partido sino una celebración de la libertad, simbolizando tanto un final como el principio, significando renovación tanto como cambio». Bien podía Alberto Núñez Feijóo hacer suyas estas palabras hoy en el congreso extraordinario de Sevilla al iniciar su mandato como presidente del Partido Popular. Muchos españoles sueñan con que este relevo simbolice tanto el final de una etapa crítica del principal partido de la oposición, que se agudizó con la vergonzosa caída de Mariano Rajoy, como el principio de una renovación a fondo y la recuperación de la confianza masiva de los españoles, que necesitan como agua de abril una recuperación de la esperanza y una celebración de la libertad.
Este congreso de Sevilla marcará un antes y un después no sólo en el PP sino en toda la vida nacional. No se recuerda, salvo en el caso de Felipe González, una acogida tan calurosa y unánime a un líder político dentro de un partido como la que se le dispensa hoy a Alberto N. Feijóo. Este gallego serio y experimentado es un peso pesado de la política y llega cargado de victorias. Parece una garantía de éxito. A su antecesor, Pablo Casado, un buen político, brillante parlamentario y buena persona, le faltó malicia y capacidad de liderazgo. Hizo lo que pudo para sacar al PP del pozo en que se encontraba y, mal aconsejado, cometió errores propios de la juventud que le han costado el puesto. Casado es un político valioso, cuyo futuro no está escrito.
Feijóo tiene tarea. Aparte de renovar a fondo los órganos de dirección del partido con representación de las regiones –su visión periférica de España dista mucho de la visión centralista de Vox–, se espera de él una colaboración crítica con el actual Gobierno en estos momentos difíciles y un reagrupamiento de las fuerzas del centro-derecha (democristianos, liberales, conservadores y socialdemócratas desencantados del sanchismo) para enfrentarse con garantías de éxito a las urnas y señalar la puerta de salida del Gobierno a Pedro Sánchez con sus socios. Es, como se ve, una tarea ingente y dispone de poco tiempo. La legislatura ha entrado en su curva final y, desde luego, están ya a la vista las elecciones locales y regionales, con Andalucía en lugar preferente. Dice Cervantes, y lo sabía por experiencia, que Sevilla es un buen lugar para aventuras. Así que está bien que Feijóo empiece en Sevilla su gran aventura hacia la Moncloa.
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