Opinión

Macarena de Salobreña y el ministro Perejil

El miércoles en su despedida como diputada del Congreso, la candidata Macarena Olona no desaprovechó la oportunidad brindada por el Gobierno de intentar con malas artes apartarla de la carrera hacia la Junta de Andalucía. Concentró su artillería verbal contra el ministro Félix Bolaños, al que ella responsabilizó como la mano que movió a la alcaldesa socialista de Salobreña a cometer un presunto delito electoral y otro de prevaricación administrativa; todo lo cual ha llevado a Olona a denunciarla ante la Guardia Civil. Tampoco quiso el Gobierno desaprovechar la tragedia de la escuela de Texas para atacar a Vox. La presuntamente moderada vicepresidenta económica Nadia Calviño, respondió a la pregunta sobre la situación económica formulada por su portavoz para hacerles casi responsables de la masacre.

Por su parte, ayer Sánchez también compareció en el Congreso para informar del caso Pegasus, aunque no voluntariamente, sino forzado por los grupos parlamentarios de la oposición y de sus propios aliados. El resumen de su comparecencia es que los responsables del caso son el CNI y el magistrado del TS que autorizó sus intervenciones. Por supuesto, sin ninguna responsabilidad suya –que es víctima también del espionaje– porque el Gobierno que preside es el más honesto, transparente y ejemplar de la historia, incapaz de violar la ley «como sí hicieron los Gobiernos del PP», tal y como se atrevió a proclamar. Basta recordarle que no fue la oposición, sino el malogrado Rubalcaba (qepd) –que lo fue todo en el PSOE desde 1974– quien calificó de «Gobierno Frankenstein» a tanta maravilla colegiada en torno a él. Lo cierto es que el histórico dirigente socialista no se equivocó en la calificación de su Gobierno, que ha proyectado sobre el país un clima de crispación y división desconocido hasta su llegada a La Moncloa.

A Sánchez no le creyeron ni sus socios, ni sus aliados parlamentarios, ni la oposición. Para su satisfacción, en esta ocasión el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo lucía un adecuado quórum de asistencia, a diferencia de su conferencia en Davos, donde los datos oficiales registraron 704 asientos vacíos para escucharle, mientras otros ponentes tuvieron casi el aforo completo. Quizás se deba a que ya es conocido por las élites globalistas, y tienen reservas respecto al valor de su palabra y la garantía del cumplimiento de los compromisos que asume.

Terminando por donde comenzamos, el «Ministro Perejil» –como le calificó la candidata Olona– es el de la Presidencia pues, según ella, «está en todas las salsas». El Congreso pierde una brillante parlamentaria y la gana Andalucía.