Andalucía

Esos viejos e ineficaces trucos

Hemos escuchado esos enunciados ¡orgullo rojo! propios de otro tiempo y que en su momento tan pingües beneficios electorales acababan reportando.

Todavía quedan algunos dirigentes en nuestro patio político nacional, que si no fuera porque llevan un teléfono móvil y una tableta de última generación y se movieran con cierta soltura por los meandros de las redes sociales, podría pensarse que se encuentran anclados en el pasado de hace tres o cuatro décadas, si nos atenemos a determinados mensajes que, en algunos casos sin el más mínimo rubor dirigen a ciudadanos del 2022, con la misma gratuidad y confianza con que el cuñado cuenta los viejos chistes de siempre en la cena navideña y tal vez en la idea de que el español actual tiene las mismas tragaderas que el españolito de a pie de los años ochenta. Casi sin darnos cuenta y sin que haya ocurrido hasta el momento nada que pueda suponer un vuelco demoscópico en las expectativas marcadas por los sondeos, nos metemos de lleno en el ecuador de una campaña electoral andaluza en la que, justamente hemos escuchado esos enunciados ¡orgullo rojo! propios de otro tiempo y que en su momento tan pingües beneficios electorales acababan reportando.

Con independencia de que el PSOE haya saltado a la arena de esta campaña con una espada de madera y ocurra lo que ocurra el «19-J», hay un triple hilo argumental esgrimido sobre todo por los dirigentes nacionales que acuden en apoyo del candidato socialista, cuya eficacia se muestra manifiestamente dudosa a estas alturas de la película sociológica andaluza. Uno es el del señalamiento a las filas del PP como el partido de la corrupción, argumento que podría tener algún tipo de calado en otros lugares y tal vez en otras circunstancias, pero que no tiene precisamente a la Andalucía de los «ERES» y otros escándalos como lugar ideal para ser esgrimido. Si algo ha acreditado el gobierno de Juanma Moreno con todas sus lógicas carencias ha sido precisamente el de «profesionalizar» la gestión desde la Junta como si se tratara de una empresa privada sujeta a cuenta de resultados. Otro es el del miedo al espantajo de la extrema derecha ignorando las razones por las que ciudadanos no precisamente fascistas brindaron en 2018 su voto a formaciones como Vox que todo apunta han llegado para quedarse y en tercer lugar, el ignorar la especial sensibilidad de la sociedad andaluza –incluido su socialismo– frente a los pactos con independentistas y herederos políticos de ETA. Ergo, para salvar algunos muebles, urge una pequeña «actualización» de discursos. Quedan 9 días.