Miguel Ángel Blanco

La victoria de los herederos de ETA

«El poder de la propaganda de la izquierda se impone sobre la ética y la dignidad»

La banda terrorista ETA fue derrotada, pero sus herederos han conseguido triunfar por culpa de la debilidad del Gobierno socialista comunista. La Democracia ha sido muy generosa con los asesinos, los dirigentes que daban las órdenes y el entramado político que les apoyaba. Ni siquiera se han arrepentido. No solo eso, sino que se sienten orgullosos de los crímenes que cometieron. Nunca hay una condena clara y contundente. El problema es que la Constitución no contempla, desgraciadamente, la cadena perpetua, aunque ahora tenemos la prisión permanente revisable que no les es aplicable, porque esa escoria humana debería pudrirse en la cárcel. La izquierda política y mediática, que está tan ocupada con esa basura ideológica de la llamada memoria histórica y en breve democrática, no se escandaliza con el blanqueamiento de ETA. Han aceptado que un líder etarra como Otegi sea un interlocutor legítimo y que Bildu sea un aliado privilegiado hasta el extremo de imponer su relato en el proyecto de ley de «memoria democrática». Es una realidad tan repugnante que debería provocar un escándalo generalizado. El poder de la propaganda de la izquierda se impone sobre la ética y la dignidad. Nos hemos acostumbrado a que la mentira no tenga ningún coste político.

Hace unos pocos años, los socialistas eran muy duros frente a ETA y jamás hubieran aceptado la indignidad de asumir el relato de Bildu. Otegi y sus colegas tienen un discurso basado en una lucha legítima. Intentan equiparar a los miles de asesinados, los mutilados y los heridos por ETA con la veintena larga de crímenes de los GAL, que fue una injustificable actuación ilegal, e incluyen a fallecidos en accidentes de tráfico, enfermedades y otras causas. Es repugnante. Por ello, Sánchez jamás tendría que haber aceptado las modificaciones de Bildu a ese disparatado monumento a la antihistoria y la mentira. Los actos oficiales en recuerdo del 25 aniversario del terrible asesinato de Miguel Ángel Blanco, quedan ensombrecidos por el grave error de aceptar el apoyo parlamentario de los herederos de ETA. Hay dirigentes del PSOE vasco que tienen más simpatía por Otegi y sus amigos que por el PP. Es un dato muy esclarecedor. En su día, los populares cometieron el error de apoyar a Patxi López como lendakari. Los socialistas nunca lo agradecieron. No hay más que escuchar lo que dice López o los sistemáticos ataques que recibe el principal partido de la oposición.

Marimar Blanco decía en la entrevista que publicábamos este sábado que «cada negociación con Bildu supone matar a los nuestros». Tiene toda la razón. No ha sido posible que los asesinos y los líderes de la banda pasen toda su vida en la cárcel, pero por lo menos cabía esperar que Sánchez estableciera un cordón sanitario con esa gentuza. Es lógico que la hermana del concejal de Ermua dijera que en el homenaje del domingo «solo me siento representada por los Reyes». No sucedería lo mismo si el PSOE hubiera sido coherente con su historia. No se trata de venganza, sino, simplemente, de Justicia. Es muy injusto que muchos de los que cometieron esos crímenes estén libres, ya que han pagado un precio muy pequeño por ellos, y que su organización política sea un interlocutor privilegiado del Gobierno.

El error de Sánchez es no entender que la mayor parte de la sociedad española no ha olvidado los años del plomo. Ha aceptado que nuestro sistema penal permite esas excarcelaciones y que no se cumplan íntegramente las penas e incluso que sus herederos tengan presencia en las Cortes, el parlamento vasco, los municipios y las diputaciones. Lo que no puede asumir es que se claudique ante ellos. El blanqueamiento del terrorismo es tanto una indignidad como un grave error político que le pasará factura en las urnas. Podemos nunca ha escondido su simpatía hacia Bildu y es fácil acudir a las hemerotecas para ver lo que decían de la «lucha política» de ETA. Por tanto, nada podemos esperar de Pablo Iglesias y sus marionetas. En cambio, el PSOE tendría que haber hecho honor a su trayectoria hasta que algunos de sus dirigentes decidieron aprovecharse y apropiarse de la derrota de ETA. Sánchez se equivoca si cree que sumar a Bildu le dará algún rédito electoral y que lo único importante es que sus diputados le sean útiles para agotar la legislatura.

Feijóo estuvo muy acertado este sábado al reivindicar la Transición desde Ermua, donde se celebró un homenaje a Miguel Ángel Blanco. Es una vergüenza que se acepte la estrategia de los bilduetarras y los independentistas que cuestionan ese periodo, quieren acabar con la Constitución y destruir España.

El líder del PP asumió un compromiso muy claro y derogará la polémica ley de Memoria Democrática cuando llegue al Gobierno. No cometerá el error de Rajoy que, desgraciadamente, se limitó a dejar sin presupuesto la actualmente vigente, que es, también, un despropósito. Los que quieren acabar con nuestros derechos cívicos y libertades políticas han decidido poner en jaque el relato de la Transición. El objetivo es justificar un cambio de régimen y un proceso constituyente al estilo de lo que se está viviendo en Hispanoamérica con el triunfo de los populismos de izquierdas.

La destrucción del espíritu de Ermua que ha perpetrado este Gobierno es una tragedia, porque los demócratas deberíamos estar unidos contra el terrorismo y el independentismo. Nada aporta recordar con actos públicos el sacrificio de Miguel Ángel Blanco, un mártir en defensa de la democracia, si el PSOE se sienta a negociar con aquellos que apoyaron su asesinato y el de centenares de españoles que fueron víctimas de la banda terrorista. Nunca se tendría que haber mancillado su memoria con ese indigno comportamiento.