ETA

Buena memoria

Sánchez olvida que la verdadera memoria democrática no se publica en el BOE, sino que es la que cada uno de nosotros atesora de aquellos días

Hace 25 años ETA secuestró a Miguel Ángel Blanco con la amenaza de asesinarle si el Gobierno no ordenaba el acercamiento de sus presos. 48 horas después los terroristas le ejecutaron, en una secuencia que nos conmovió a todos, impulsando un movimiento cívico que, unido a la firmeza del Estado de Derecho y a la unidad de los demócratas, terminó derrotando a la estructura operativa de la banda terrorista. Sin embargo, dos décadas y media después, gracias al Gobierno de Pedro Sánchez, las cosas han cambiado mucho. El Partido Socialista ha sustituido el espíritu de Ermua por los pactos con Bildu. Por eso se han acercado más de 200 presos a cambio de cuatro votos parlamentarios y en el País Vasco se celebran con regularidad homenajes a los verdugos, mientras que, en los que se hacen para recordar el daño que causaron, se intenta preterir, censurar y ocultar a las víctimas, como hemos visto que ha sucedido esta semana con Marimar Blanco, un símbolo de resistencia cívica y compromiso ejemplar.

Un oprobio cotidiano a las víctimas al que se suma estos días un nuevo pacto con los herederos políticos de ETA, denigrando la memoria de los socialistas asesinados, extendiendo el franquismo hasta el 31 de diciembre de 1983, un año después de llegar al Gobierno Felipe González y cinco después de la Constitución. Una forma de liquidar la Transición y su espíritu de concordia, de enmendar la Ley de Amnistía de 1977 y de dar por buenas las alusiones que Pablo Iglesias realizó en su día a la cal viva. Una portavoz de Bildu ha reconocido que se «ha abierto un camino para poner en jaque el relato de una Transición ejemplar». Normal que a Felipe González le suene mal un pacto con quien propone la amnesia para los crímenes que sigue sin condenar y pone excusas a la violencia que intentó derribar la democracia. Suena, de hecho y literalmente, a pura desmemoria antidemocrática, sin más. Entre otras cosas, porque toda la sociedad española está de acuerdo en que la mejor España de la historia es esta España democrática y constitucional en la que vivimos. Pero los que son incapaces de construir el futuro vuelven a desenterrar el pasado, porque buscan dividir a los españoles con esquemas y marcos mentales del siglo XX que ya no forman parte de la España de hoy.

El territorio de la confrontación y la crispación le es grato al actual Gobierno de España, porque convertir en Ley su imaginario ideológico de un país en blanco y negro, con buenos y malos, les permite, eso creen ellos, seguir siendo los que reparten los carnés éticos y democráticos. Es lo que les lleva a sentarse a dialogar con quien, lo que ha dejado en la memoria, es la negación del diálogo y la aceptación de la violencia. Hay frases que retratan a quien las pronuncia. Cuando Sánchez se refirió, trazando su enésima estrategia evasiva, a aquello de los «poderes oscuros», en realidad aludía al que él ejerce, manteniendo turbias conversaciones con lo que un día se llamó ETA, sacando nuevamente a Franco a pasear, a ver si el personal se olvida del precio de la gasolina y de la cesta de la compra. Lo hace abrazándose a Bildu, justo cuando toda España recuerda el momento de mayor crueldad de la banda terrorista. Olvida que la verdadera memoria democrática no se publica en el BOE, sino que es la que cada uno de nosotros atesora de aquellos días. Todos recordamos donde estábamos el día que Miguel Ángel fue asesinado. ¡Basta ya!