Pedro Sánchez

De corbata

Lo siguiente que esperamos de nuestro Presidente es que nos recomiende a las tías ir sin faja

Que lo que ha dicho Pedro Sánchez sobre las corbatas es una soberana tontería quedó claro mientras lo estaba diciendo. No había ni que esperar a procesarlo. Habrá que reconocerle, no obstante, que el Presidente del Gobierno posee un don único: es capaz de desviar la atención de todo el mundo recurriendo a cosas estúpidas. Y esta vez lo ha bordao. No sé si Sánchez se ha dado cuenta de que su recomendación va dirigida a un target muy concreto, es decir, a aquellas personas que deben ir a trabajar con corbata o que, por sus negocios, prefieren acudir a sus citas con un trajecito pinturero. Me parece a mí que a todos esos les importa menos lo que suba el consumo que a toda esa gente que no lleva corbata jamás y que se come el calor del verano sin más remedio a las horas centrales del día. Lo siguiente que esperamos de nuestro Presidente es que nos recomiende a las tías ir sin faja. Si vamos a la paridad, vayamos de cabeza. Yo donaría mis campos de algodón por escuchar a Sánchez decirnos a las mujeres que la enagua da calor, que los sostenes es mejor llevarlos ligeritos o que es beneficioso lucir pierna sin media aunque esté más blanca que la leche. Si lo dice, me tatúo su nombre en una nalga, por la gloria de mi madre. Lo más chocante de todo esto, sin embargo, es la cantidad de fundamentalistas de la corbata que han aparecido en las últimas horas, esto es, un montón de señoros reivindicando el uso de ese complemento. Incluso, un diputado de Vox por Badajoz ha prometido comprarse varias e ir presumiendo de nuestra industria textil por la calle, industria a la que Sánchez (eso dicen algunos arcángeles del desastre) ha llevado poco menos que a la bancarrota con su consejo. Yo creo que si ese hombre sale a mediodía por Badajoz con corbata le van a mirar raro, desde aquí se lo digo, pero todo sea por la patria, caballero. Yo temo el día en el que el Presidente del Gobierno recomiende no lanzar electrodomésticos encendidos a la bañera mientras estamos dentro, que hay gente que es capaz de morir electrocutada sólo por quitarle la razón. A las corbatas, camaradas, y bien apretaítas.