Política

El jubilado de sobremesa y puro

Detrás de él dejó tierra quemada en el partido y quemó a amigos personales para garantizarse su supervivencia. Y le ha funcionado

Todo lo que dicen de él, cuando se pregunta por cómo lleva su condición de forzado jubilado, es que sigue disfrutando de largas sobremesas, como cuando estaba en el Gobierno. Su reducida corte continúa rindiéndole pleitesía, sin que hasta hoy, más de cuatro años después, nadie se haya atrevido a decirle que se equivocó y que él fue el responsable principal, no un juez, ni un socio supuestamente desleal, de la caída.

El ejercicio del poder es sacrificado, pero posee ventajas tan significativas como la de que si estás arriba, es muy difícil, por no decir imposible, que acabes pagando por las veces que te saltes las líneas rojas. Ni por mala gestión ni por abuso de poder por interés personal. Siempre habrá alguien por debajo en el que descargar las malas decisiones y hasta las órdenes que, en otro ámbito, podrían haber encajado en el Código Penal. Y no hay mala conciencia, además, ésa es otra ventaja de la que suele beneficiarse el de arriba. Al jubilado de largas sobremesas, la dignidad del cargo que ocupó le permite seguir pontificando, y mantiene el contacto con las mismas terminales que le ayudaron a pasar por el Gobierno con el mínimo esfuerzo necesario.

Detrás de él dejó tierra quemada en el partido y quemó a amigos personales para garantizarse su supervivencia. Y le ha funcionado. El poder tiene la magia de hacer que a veces parezca que es lo que no es, y da igual que todos lo que están subidos a la misma rueda sepan que realmente no es. Él también abusó de las instituciones, como dicen que se hace ahora, pero lo disimuló mejor porque las compañías eran también mejores que las que tienen en la actualidad. Y él tampoco estuvo a la altura de sus compromisos. Pero vive tranquilo, y con la ventaja de saber que ahora ya nadie le va a pedir explicaciones de nada. Tampoco en su partido, donde están a otra guerra en la que las cuitas personales ya no tienen sitio.

En su partido está muy mal visto en esta nueva etapa salirse de la línea de la unidad y del cierre de filas, y eso le devuelve al púlpito que perdió. Y no es de extrañar que lleguemos a verle mano a mano con el otro jubilado, que, por cierto, ha llegado a desestabilizar más que sus adversarios políticos. Habrá fotos de los tres juntos a la primera ocasión que se cruce por medio uno de esos cónclaves que los partidos gustan de convocar para aplaudirse y darse ánimos entre ellos.