Pablo Iglesias
«Larras» y «juntaletras»
El vello no evita erizarse con el mero hecho de imaginar dando clases de periodismo a quien aboga precisamente por su defunción
En alguna de las suficientes ocasiones en las que he visitado la isla de Cuba –todas ellas por motivos profesionales– he tenido ocasión de comprobar con escaso margen de sorpresa algunas maneras de entender la libertad de prensa y la información que, aun no correspondiéndose con el modo de actuación en una democracia europea, no dejan de resultar inquietantes tan solo con trasladarse a las inclinaciones de algunos políticos de nuestro país. Una de ellas fue durante la cumbre iberoamericana de La Habana –ha llovido– y comprobando durante la visita a una fábrica de puros cómo los abnegados torcedores oían durante horas, permanente y machaconamente una voz en «off» recitando las crónicas del diario Granma, ya saben, el periódico oficial de régimen. En España escuchando determinadas cosas en boca de algunos políticos en activo o en la «reserva», como es el caso del ex líder de Podemos Pablo Iglesias, da toda la sensación de que es ese y no otro su ideal sobre cómo deben manejarse los medios de comunicación.
Iglesias primero tuvo oportunidad de adoctrinar a jóvenes estudiantes en la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, acompañado de parte del núcleo duro fundador de la formación morada y utilizando sin ningún rubor la adscripción a esta facultad como una palanca más para el despegue de un proyecto político, hoy por cierto víctima debido a sus errores de un innegable desgaste de materiales, pero de ahí a pretender el desembarco en este caso en la Facultad de Periodismo pasamos a hablar de palabras incluso mayores teniendo en cuenta la pretensión de que futuros periodistas de nuestro país fueran formados nada menos que por «maestros» de la información como el ex líder podemita, cuyo primer intento por aspirar a una plaza de profesor fue convenientemente rechazado, más que nada porque concurrían otros candidatos que…igual sabían algo más que Iglesias de radio, de televisión y de periodismo en general…no de lobotomizar cerebros desde la propaganda.
Con independencia de que el interfecto confunda a Newton con Einstein –que eso nos puede ocurrir a cualquiera– el vello no evita erizarse con el mero hecho de imaginar dando clases de periodismo a quien aboga precisamente por su defunción mostrando voraces inclinaciones por sobetear la televisión pública o sencillamente abogando por la aberración del control de las informaciones en los medios libres fiándolas directamente a puntuales cuotas políticas. Líbrenos los afortunadamente no asaltados cielos de algunos «Larras juntaletras».
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