Medio Ambiente

¿Deforestó más Bolsonaro o Lula?

En las regiones del Amazonas conviven 23 millones de personas, que se quejan de abandono y condiciones de vida miserables, a la cola en desarrollo humano, sanidad, educación, empleo y vivienda

La guerra de bolsonaristas contra petistas no podía eludir un ámbito tan esencial como el de la protección de la selva amazónica. A la pregunta de que quién desmató más, si Bolsonaro o Lula, cualquiera respondería que el primero. En el debate entre ambos, Lula increpó al derechista acusándole de políticas antiecológicas que acabarán destruyendo la Amazonía. La respuesta del presidente sorprendió porque aportó datos que concluían que en los tres primeros años del PT fueron deforestados el doble de metros cuadrados que en los tres primeros del ex militar. Lo ha explicado después la BBC. En efecto, en los tres primeros años de lulismo fueron desmatados 71 mil kilómetros cuadrados, por 33 mil en los tres de Bolsonaro. Pese a ello, explicaba la BBC también que mientras que la tendencia de Lula fue de más a menos, la de Bolsonaro se movió en sentido contrario. O sea, de menos deforestación a más.

Ciertamente, los manglares y bosques amazónicos, esenciales para la estabilidad climática del orbe, vienen perdiendo terreno de manera acelerada desde que el agronegocio y las grandes corporaciones encontraron el respaldo de los gobiernos a sus políticas de explotación de unas tierras ricas en recursos naturales y minerales. Gobiernos de todos los colores fueron permisivos con la extendida práctica de quemar vastas extensiones de selva. También en los tres primeros años de Lula el total del área quemada ascendió a 430 mil kilómetros cuadrados, por 194 mil con Bolsonaro. Verdad que la sensibilización hacia el problema es ahora mayor, igual que la presión mundial contra la explotación de los recursos amazónicos. Alemania y Noruega promovieron la creación de un Fondo para inyectar inversiones en políticas sostenibles contra la deforestación, que ahora han sido suspendidas por considerar que Bolsonaro no está comprometido con ellas. El actual presidente sostiene que la preservación de la Amazonía debe ser compatible con prácticas agrícolas productivas. Algo a lo que Lula se opone de raíz, por considerar la mata selvática algo sagrado e intocable.

Es normal que con frecuencia políticos y ecologistas se centren en la defensa de la biodiversidad, y que se olviden de las personas que en ellos viven, 23 millones en total, que están siempre a la cola de Brasil en desarrollo humano, sanidad, educación, vivienda y empleo. Estos días algunos de sus representantes recuerdan a Lula y Bolsonaro que es correcto preocuparse de los animales y la floresta, pero también deberían mejorar las miserables condiciones de vida de las personas que en estos maravillosos entornos naturales conviven.