Ruptura

El “Rociito” de Corina Larsen

Con zafiedad ilimitada, Corinna se traslada a una finquita junto a la Zarzuela, a escasa distancia de la familia real e intenta por todos los medios que Don Juan Carlos se divorcie para ser Reina de España...

No paro de darle vueltas a la historia de Corinna Larsen. Y eso que es un clasicón galdosiano. Tomen mi mano y transitemos juntos por este cuento terrible de príncipes, princesas, reinos lejanos y cazadores, vanidad, avaricia, poder, degeneración y venganza.

Hace muchos, muchos años, se casa en segundas nupcias, ya madre de una niña, con el mofletudo Príncipe de... Zamudia, siendo un chaval (doce años menor que ella) para ostentar el título de princesa. Nadie se cree su cariño, porque la historia es groserísima, lo que llamarían las gentes en España, blanco y en botella; así que la familia del muchacho rechaza la boda y no asiste.

Como estaba previsto, Corinna se separa después de engendrar un sueldo vitalicio... Perdón un hijo, que nace ya divorciados sus papis.

Objetivo conseguido: con el apellido Zu Sayn-Wittgenstein (que no le corresponde pero se pasa las normas por entre las ingles) y su indubitable belleza, frecuenta a los royals del mundo, bajo el título de princesa y el tratamiento de S.A.S. (Su Alteza Serenísima).

Entonces monta una empresa de caza mayor (algo para lo que está innegablemente hiper dotada) y le echa el lazo a un señor que podría ser su padre (que está casado y es Rey de España) al que le pasa por la cabeza, como a otros muchos señores longevos y algo merluzos, el siguiente aserto:

_”Ayy... Que soy joven de nuevo… ¡Que he vuelto a nacer!, que lo de mis años es anecdótico y mi vida anterior es anecdótica y mi mujer, la que me ha aguantado y acompañado toda la vida es anecdótica... Que estoy hecho un toro y ante mí pasa fragante la primavera, ¡la felicidad!... Y no puedo dejarla escapar ahora que va a darme una nueva oportunidad.

Si me hubiera tenido cerca, nuestro Rey Emérito, y me hubiera preguntado (jamás doy consejos a quien no los solicita con seriedad), le hubiera respondido vivamente:

_No, majestad nooo... Esa que pasa delante de usted no es la primavera fragante, ni la felicidad inaplazable... Esa que pasa delante de usted es una Pppp… ¡Una petarda! ¡Como las ha habido siempre!_ Esto le hubiera dicho yo si me hubiera preguntado.

Con zafiedad ilimitada, Corinna se traslada a una finquita junto a la Zarzuela, a escasa distancia de la familia real e intenta por todos los medios que Don Juan Carlos se divorcie para ser Reina de España... Y casi lo consigue; desplaza a la oficial, asiste a los actos públicos. Está muy cerca. Se lo cree. El convenio de divorcio de la Reina Sofía se redacta y está sobre la mesa, pero Ah… Fatalidad. (Corinna Larsen es una bellísima mala con idéntica mala pata que las madrastras bellísimas de Disney) el rey se rompe todo en Botsuana, incluyendo los planes de su amante.

Acabose. Se descubre el pastel entre otros pastelitos. El rey tiene que abdicar y cuando abdica, ya no puede hacer de Larsen una reina, sino como mucho, una enfermera, la de su ocaso...

Y esto, amigos, ya es elaboración mía porque su forma de conducirse es, más que arribista, indefectiblemente chachesca. Corinna pensó:

“¡JOLINES, paso de cuidar a este carroza tan meloso! ¡Allá cuidaos!”

Lo demás, ya lo saben ustedes. Y si no, pueden verlo en la golosísima e impúdica serie testimonial que ha vendido la princesa, por dinero o venganza como un día Rociito.

Carlota Corredera y la “Ministri” ya tiene las palomitas en la boca.