Partidos Políticos
La mentira en política
Me temo que no hay evidencias para pensar que en la batalla entre principios y pragmatismo tengan ninguna oportunidad los primeros
Es un clásico el texto de Hannah Arendt del año 1973 sobre la mentira en política. Se trata de un problema que no parece resolverse jamás enteramente. La pregunta embarazosa y complicada es ¿puede permitirse un político ser sincero o eso le hará perder siempre frente al político mentiroso? La pandemia ha demostrado que un conocimiento médico y científico, basado en las evidencias, es de la máxima importancia en la vida humana a la hora de seguir vivos. Lo es porque es veraz, y lo veraz es lo único que funciona con los virus para que no nos maten.
Una política basada en evidencias también sería de la máxima importancia para mantener esa vida dentro de los cauces de lo libre, razonable y justo. Las evidencias son necesarias independientemente de tu color político. Cuando de un político con mando en plaza sabemos positivamente que es un farsante todo se vuelve muy complicado. Sus argumentos, sus promesas, nunca serán fiables. El compromiso, la confianza, cosas que son imprescindibles para construir proyectos en comunidad, serán imposibles y lo único que en esos casos nos espera siempre por delante es la incertidumbre. A veces olvidamos que el cerebro de un presidente de gobierno es el resultado –como en todos los humanos– de una evolución, con lo cual podemos encontrar en él las mismas exactas partes que en un chimpancé o en cualquier otro mamífero. Por tanto, ahora que entramos en año electoral, los políticos que arranquen con las encuestas en contra experimentarán la lógica emoción biológica del miedo (que definimos como «instinto de supervivencia política» cuando queremos llamarlo de una manera elegante). Y un político asustado es algo tremendamente peligroso.
Preparémonos para una lluvia de propaganda y «fake news» que no será apta para menores. Me gustaría poder ser más optimista, pero me temo que no hay evidencias para pensar que en la batalla entre principios y pragmatismo tengan ninguna oportunidad los primeros.
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