Eleuteria
La Agenda de la Libertad
Esa visión ideológica homogénea, que uniformiza coactivamente los proyectos de vida de todos los individuos, encontraría su expresión propagandística más conocida en la Agenda 2030/2045
En unos meses entraremos en 2025 y, por tanto, sólo restará un lustro para alcanzar el año 2030. Acaso por ello, porque los Estados siempre necesitan una movilización permanente de sus ciudadanos para justificar su expansivo intervencionismo, en estos momentos la ONU está celebrando una cumbre global, denominada Cumbre del Futuro, en la que se pretende suscribir el llamado «Pacto para el Futuro»: una renovación de los objetivos y de las políticas de la Agenda 2030 hasta 2045, esto es, una especie de Agenda 2045. Pues bien, en medio de este sarao supranacional y colectivizador, ha aparecido Javier Milei, como presidente de Argentina, para cantarles las cuarenta a los burócratas de la ONU y a la propia Agenda 2030/2045.
Según Milei, la ONU se ha desviado de sus objetivos fundacionales (la defensa universal de los derechos humanos y la constitución de un foro de interlocución internacional para solucionar los conflictos entre Estados por la vía diplomática en lugar de por la vía armada) para convertirse en un proto-gobierno mundial que busca imponer una misma visión ideológica a todos los ciudadanos del planeta.
Esa visión ideológica homogénea, que uniformiza coactivamente los proyectos de vida de todos los individuos, encontraría su expresión propagandística más conocida en la Agenda 2030/2045 a la que Milei se opone de manera frontal: no tanto por sus objetivos, que en algunos casos pueden ser loables, sino por resultar instrumental para el crecimiento del poder político global sobre los ciudadanos.
Frente a esa Agenda 2030/2024, Milei ha propugnado ante la Asamblea General de la ONU una «Agenda de la Libertad» que reoriente a esta organización hacia sus objetivos fundacionales: promover los derechos humanos en todos los rincones del planeta pero sin pretender gobernar y dirigir las vidas de los residentes en cada uno de esos rincones.
Nos hallamos, en suma, ante un valiente y regenerador alegato a favor de la libertad individual, de la propiedad privada, del libre comercio y de la descentralización política frente a una ONU cada vez más escorada hacia el colectivismo, el dirigismo, el intervencionismo y la centralización política.
Ojalá la batalla cultural que Milei ha librado tan exitosamente en la Argentina termine permeando al resto del mundo y nos aleje de gobiernos mundiales liberticidas.
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