Opinión

El amigo chino y la paz en Ucrania

La mediación de Xi pierde credibilidad cada día que pasa sin incorporar a Zelenski en la negociación

En la era posterior a la Guerra Fría, han brotado las teorías sobre la Historia y las relaciones internacionales. Las corrientes del liberalismo y del realismo compiten constantemente por explicar y predecir el comportamiento de los principales actores globales. No siempre con éxito. Occidente no supo anticipar la invasión rusa en Ucrania a pesar de las pistas que nos dejó la anexión ilegal de Crimea en 2014. En este tiempo hemos discutido sobre el final de la Historia, el choque de civilizaciones o un eterno retorno. Pero de todas las cuestiones planteadas la que más interés ha suscitado entre los analistas ha sido el ascenso de China bajo la presidencia de Xi Jinping y el desafío que esto supone para Occidente.

Si Hong Kong, mostró la cara más autoritaria del presidente chino y su animadversión hacia cualquier apertura democrática, Ucrania ha enseñado su desprecio por el orden internacional liderado por Estados Unidos. Xi Jinping se contornea de tal forma que es capaz de defender la integridad territorial como un pilar de su política exterior, pero, sin embargo, se niega a condenar la guerra de conquista de Vladimir Putin. Exige «respetar la soberanía nacional de todos los países» sin reconocer que su «amigo sin límites» ocupa más de una sexta parte del territorio de su vecino. Trata de ganarse el respeto como pacificador con un plan de 12 puntos plagado de vaguedades y sin pronunciar la palabra «guerra». Estados Unidos y Europa descalificaron la propuesta porque congela las ganancias territoriales de Rusia. La visita de Estado de Xi a Moscú añadió todavía más desconfianza al producirse días después de que Putin fuese objeto de una orden de detención de la Corte Penal Internacional por sus crímenes de guerra. Probablemente el presidente chino fuera consciente de que su viaje traía más desventajas que ventajas, pero, lo mantuvo –dicen en su entorno– para preservar su condición de mediador.

Xi Jinping está tratando de generar un impulso para las conversaciones de paz en Ucrania. Y en este contexto recibe hoy al presidente Pedro Sánchez con el que discutirá el conflicto. La próxima semana lo hará con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Xi quiere sumar más voces a su propuesta para ganar legitimidad. La fatiga de la guerra que ya supera los 400 días juega a su favor. En el Foro de Boao (el Davos chino), Sánchez reconoció que todos los líderes con los que ha estado en contacto quieren poner fin al conflicto y a la fragmentación económica. La escasez y la inflación provocada por la intervención han generado unas turbulencias indeseadas en los mercados. Pekín, por su parte, también necesita estabilidad para recomponer su economía tras el fracaso de su política de "covid cero". Para ello, le interesa la neutralidad comercial y estratégica de Europa en la confrontación que mantiene con Estados Unidos. Los diplomáticos chinos han tratado de persuadir estos días a sus colegas comunitarios de que deberían desempeñar un papel relevante en el apoyo a las conversaciones de paz. Los intentos de Xi Jinping de aglutinar adeptos tienen sentido, pero no puede esperar que la UE le entregue un cheque en blanco. Europa ha advertido que el plan de China no es viable sin la participación de Ucrania. Xi ya tarda en llamar a Zelenski.