Parresía
Un camino infernal
Si esto acaba de empezar, imaginad, amigos, todo lo que nos queda por ver. ¿Hasta dónde estará dispuesto a ceder Pedro Sánchez frente a Carles Puigdemont?
En noviembre pasado, Pedro Sánchez se sirvió de los votos de Junts para volver a ser investido presidente del Gobierno. Carles Puigdemont, el expresident que sigue mandando desde la distancia en Junts y, por extensión, en nuestras vidas, el prófugo más famoso de la Justicia española, salió entonces en rueda de prensa, cual líder mundial rehabilitado, y enumeró claramente su lista de exigencias al Estado español a cambio de apoyar a Sánchez, incluyendo la ley que próximamente le va a amnistiar. En aquel momento, la cúpula socialista celebró ampliamente la investidura de Sánchez, pero dudo que fueran conscientes de que acababan de traspasar las puertas del Infierno. En el clásico de Dante, en La Divina Comedia, la inscripción de esa puerta resume lo que significa adentrarse en semejante territorio: «Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis».
Esta semana, nada más arrancar la legislatura, ha quedado claro el camino de pesadillas infernales que le espera a este Gobierno. Junts tiene la sartén por el mango y no piensa renunciar a ninguno de sus objetivos hasta lograr, de facto, la independencia de Cataluña y una serie de privilegios de los que carecen las demás Comunidades Autónomas. Los de Puigdemont han conseguido, en solo unas horas de negociación con el PSOE, a cambio de no tumbar tres decretos, una lista larga de concesiones en materias delicadas e inéditas. Lo ha explicado muy bien Jordi Turull: «los socialistas fueron cediendo y cediendo…, y mira cuánto conseguimos». ¿Cómo rechazarlo, si son un cúmulo de adquisiciones para la nación catalana? Son «goles» marcados a Sánchez, que debe materializar ahora el Govern, ha dicho Miriam Nogueras, con toda la intención. Efectivamente, Junts consigue más que su rival independentista de ERC, aparte de hitos impensables hasta hoy, como que Cataluña se convierta en la primera Comunidad Autónoma a la que el Estado está dispuesto a cederle la competencia en inmigración. ¿Cataluña antes que el País Vasco? Sí, amigos, con el consiguiente enfado del PNV. Y con la queja de los sindicatos policiales, pidiendo amparo a la Unión Europea.
¿Qué sabemos de todas estas nuevas concesiones? El Gobierno no se ha explicado. Aún tienen que estudiarlo, desarrollarlo… Nada concreto. Solo insisten en el mantra absurdo de que el PP tiene la culpa de todo. En cambio, Junts saca pecho, presumiendo de que Cataluña controlará el flujo de inmigrantes y la lengua en la que se habla en su territorio. Nadie podrá decir de Junts que se andan por las ramas con ese argumentario que, según Oriol Junqueras, «obedece a la extrema derecha» y pone en peligro la cohesión social. ¿Acaso les está llamando xenófobos? ERC no reclamó nunca las competencias en inmigración y, mira por donde, se ha encontrado, de repente, con este «regalo» de la derecha independentista catalana.
Si esto acaba de empezar, imaginad, amigos, todo lo que nos queda por ver. ¿Hasta dónde estará dispuesto a ceder Pedro Sánchez frente a Carles Puigdemont?
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