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Toni Bolaño

A José Manuel

A José Manuel
A José Manuellarazon

De José Manuel Lara Bosch «se han dicho muchas cosas estos días», dijo su mujer, Consuelo García-Píriz, en las palabras que dirigió a los asistentes a la ceremonia de despedida de su marido, el editor José Manuel Lara Bosch, en la abarrotada Basílica de la Concepción de Barcelona. Dicen, añadió, que «eras una persona importante». Y para su inseparable Consuelo ser importante era «hacer cosas por sus semejantes». Hasta un 25% de su tiempo lo dedicaba a estos menesteres, afirmó con una entereza admirable, con la voz rota pero con firmeza.

Ciertamente era así. Corría el año 2007 y en Cornellà se vivió una tragedia. Una explosión de gas reventó dos pisos e hirió a varias personas. Una niña falleció. El entonces presidente de la Generalitat, José Montilla, se desplazó a la ciudad de la que había sido alcalde durante más de 20 años. Allí recibió una llamada telefónica que le requería explicaciones sobre el suceso. Al día siguiente supe quién era el autor de esa llamada. José Manuel Lara llegó al tanatorio a dar el pésame a la familia de la niña fallecida. La víctima de tan dramático suceso era la hija de una de sus secretarias.

Ayer, centenares de personas se congregaron en la iglesia –que se quedó pequeña– para dar ese pésame a la familia Lara. Personas de diferentes colores políticos, de diferentes estratos sociales, de izquierdas, de derechas, independentistas, federalistas, no nacionalistas. Periodistas, amigos, empresarios, el ex presidente Zapatero, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el presidente Artur Mas, el alcalde Xavier Trias, ministros, consellers, sus compañeros en las tareas de dirección del Grupo Planeta, LA RAZÓN y del Grupo Atresmedia; toda una amalgama de personas que retrataban en su último adiós la pluralidad que reflejaba José Manuel Lara. Hasta se vivió un momento curioso. Como si don José Manuel todavía moviera sus últimos hilos. Entró Jordi Évole en la iglesia y empezaron las pruebas de la música sacra. Rosa Regàs lo resumió perfectamente: Lara era «la persona que dio voz a quienes no pensaban como él».

La ceremonia fue emocionante. En algunos momentos se vivió un impresionante silencio. A mi lado, una señora mayor lloraba desconsoladamente mientras su hija a duras penas la sostenía. Tenía los ojos enrojecidos y reflejaba en su cara la emoción y el dolor anónimo de muchas de las personas allí presentes. Como dijo Consuelo, «todos los que te queremos estaremos muy tristes».