Rescate europeo

Armonizar el sentido común bancario

La Razón
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Los bancos no deberían ser rescatados con el dinero de los contribuyentes, sino a costa del capital de sus inversores. Este principio económico tan elemental, y de tanto sentido común, ha comenzado a implantarse dentro de Europa a través del llamado Mecanismo Único de Resolución: las entidades financieras que impliquen riesgos sistémicos para el Continente serán reflotarlas por la vía de aplicar quitas a sus acreedores. Sucede que, por el contrario, las entidades que carezcan de importancia sistémica no serán sometidas al Mecanismo Único de Resolución sino que se sujetarán a las legislaciones específicas de cada Estado miembro. En principio, tiene pleno sentido que los problemas con una magnitud comunitaria se solventen a escala comunitaria, mientras que los problemas locales sean tratados a escala local. Sin embargo, esta doble jurisdicción no está exenta de generar nuevas distorsiones. En primer lugar, se crea una incertidumbre ex ante sobre qué bancos serán intervenidos por las autoridades comunitarias y cuáles por las autoridades nacionales. En la medida en que la respuesta de unas y de otras no sea homogénea (y no lo es), los inversores se enfrentarán a un riesgo regulatorio que encarecerá la captación de capital en esta industria. En segundo lugar, aun cuando cada jurisdicción nacional sea autónoma a la hora de determinar cómo afronta la resolución de una entidad financiera no sistémica, sí resultaría deseable que los políticos europeos interiorizaran la negativa a malversar dinero del contribuyente en recapitalizar bancos quebrados: no en vano, para cualquier gobernante siempre resulta mucho más sencillo socializar las pérdidas que concentrarlas en sus responsables, de manera que los políticos suelen ser presa fácil de aquellos lobbies internos (los grupos de afectados por la bancarrota de una entidad) que cabildean para externalizar los destrozos al conjunto de contribuyentes. Dados estos dos notables inconvenientes, constituye una buena noticia que el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, haya pedido armonizar las normas nacionales de resolución bancaria. Esta armonización no debería implicar una mayor centralización que restara autonomía a los gobiernos nacionales, sino simplemente la adopción común de ciertos principios saludables de gestión: a saber, las entidades financieras nunca deben ser reflotadas con fondos de los contribuyentes (como ha sucedido en Italia), sino que deberán ser o liquidadas mediante un procedimiento concursal o saneadas mediante quitas a los acreedores.