José María Aznar Botella

Grecia da ejemplo

Esta semana Grecia ha vuelto a la inestabilidad. Su frágil coalición de gobierno se tambalea y peligra la incipiente recuperación griega. Al ver el aumento en la prima de riesgo griega me lanzé a investigar. De nuevo protestas en las calles y numerosos actos organizados por la elegante progresía local, culminandas en un concierto de una especie de sirena celestial cantando al son de arpas y violines. Descubrí que estaban indignados por el cierre de la televisión pública, que en Grecia supongo que también será de trascendental utilidad social.

Yo tampoco podría imaginar mi vida sin la televisión pública en España. Encender la televisión y ver decenas de canales públicos me alegra la vida. Dónde si no podría ver «Master Chef», «Amar en tiempos revueltos», «Corazon de primavera, verano, otoño e invierno», el peliculón americano de la semana o siete tertulias políticas al día. No me discutirán su utilidad social: ¿dónde si no podríamos encontrar lo último de la crónica rosa? ¿Acaso no es imprescindible ver «Independence Day» tres o cuatro veces al año?

Eso sí, tener un conglomerado mediático de calidad no es barato. En 2010 sin ir más lejos, entre pérdidas y subvenciones, la broma nos salió por 2.500 millones, que sólo es un 0,25% del PIB o una cuarta parte de lo que se supone se recaudaba con la subida del impuesto de la renta del año pasado. No tengo ni idea de qué se programa en la televisión pública griega, pero en un país en que han recortado pensiones y empleo público, subido impuestos y hasta han pedido trabajar los sábados, me resulta insólito que la izquierda haga tambalear la coalición de gobierno porque éste haya decidido poner coto al disparate de la televisión pública. No encuentro gran consuelo en saber que la izquierda es igual en todas partes, pero sí en saber que el sentido común empieza a prevalecer no sólo en Grecia, sino ya también en varias comunidades autónomas españolas.