Ely del Valle

La mosca y los huevos

Hace un año, Pablo Iglesias era un simple profesor de universidad que comenzaba a hacerse popular por sus intervenciones en las tertulias televisivas a las que sólo se le invitaba porque en aquel momento era casi imposible encontrar a alguien que defendiera postulados de izquierdas. Nadie se podía imaginar entonces que en doce meses aquel vendedor de imposibles iba a ser capaz de armar un partido sin programa que utilizando como combustible el hartazgo del personal y como argumento el de la serie «Arriba y Abajo», se iba a colocar como segunda fuerza en estimación de voto dejando por el camino a IU convertida en un desecho de tienta, y al PSOE noqueado y preguntándose por dónde le ha llegado el garrotazo.

Podemos, a modo de la «Dermatobia hominis» –mosca inteligentísima que aprovecha las heridas abiertas de los mamíferos para colocar sus larvas en ellas– ha ido introduciendo a sus vástagos en una izquierda debilitada y sangrante a la que, lejos de dar impulso, ha utilizado como papilla de engorde. De momento a IU, como al oficial Kane de la película de Ridley Scott, el alien Tania ya le ha reventado el pecho, y no se puede descartar que dentro del PSOE no vayan a empezar a eclosionar elementos que, a la vista del último CIS y dejándose llevar por los cantos de sirena de quienes han optado por el quítate tú para ponerme yo, decidan abandonar una nave que cada vez se parece más a la del holandés errante. La fotografía del panorama político, comparada con la de hace un año, es la de una vista aérea de Haití dos días después del terremoto. Y todo, gracias a unos señores cuyo único mérito es tener 5 de los 54 eurodiputados españoles y saber vender los escándalos propios como ataques ajenos. A ver quién supera esto...