Perjuicio grave para Cataluña

Puede que les dé igual, pero está bien que los catalanes lo sepan. Artur Mas y su preceptor Oriol Junqueras conocen perfectamente los perjuicios económicos de su deriva independentista, entre ellos uno muy serio, como es la fuerte caída –superior al cincuenta por ciento– de la inversión extranjera en Cataluña durante los primeros meses del año respecto a los de 2013, exactamente de 481 a 235 millones de euros. Mientras, otras comunidades, como la de Madrid, ven incrementar tan importante capítulo.

Son datos hechos públicos por Convivencia Cívica Catalana que no hacen más que constatar principios tan básicos como que el dinero, además de rentabilidad, quiere seguridad. O, lo que es lo mismo, la inseguridad impide rentabilizar el dinero. Y, evidentemente, la situación política originada por los citados mandatarios provoca incertidumbre a las empresas que se sientan atraídas por España, escenario del que el capital quiere huir pudiendo asentarse en otro lugar. No se extrañen si, además de no acudir lo que no hay, se marcha lo que hay.

Conforme pasan los días, el horizonte catalán se complica. Para sus habitantes y para el resto de España. Pero tengo la convicción de que más para los primeros que para el segundo. El problema se plantea en cómo termina esto, en cuál es la solución. La lógica indica que deberá ser el Govern y el bastón en el que se apoya, ERC, quienes den el paso necesario para intentar un final. Ellos han tensado la relación hasta el extremo, un extremo que desconocemos si puede dar más de sí o simplemente saltará por los aires. A veces me inclino por coincidir con mi amigo Rogelio: «Iñaki, es como predicar en desierto». Así es la vida.