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¿Quién dijo rendirse?

La Razón
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Puede ocurrir que Thiem gane a Nadal. Y ocurre. Dolería infinitamente más esta derrota romana en Roland Garros, así que, cuidado, Rafa, que Dominic es un fiera. Puede ocurrir que Lopetegui haya encontrado el relevo de los campeones del Mundo. Recupera a Illarramendi, a Isco y a un largo etcétera para que Iniesta, Silva, Ramos, Piqué, Busquets y Pedro formen un bloque prodigioso con ellos; convoca a Marco Asensio, lo nuevo de la savia nueva. Puede ocurrir que el Málaga venza al Madrid y el Eibar al Barça. Sería la carambola entre las carambolas de un destino travieso y caprichoso. Puede ocurrir, y es lo más probable, que Madrid y Barça impongan su calidad, su poder, su imperiosa necesidad de ganar, sobre dos equipos animosos, sin más, porque no es más que el ánimo lo que se juegan. Y puede ocurrir que Carlos Matallanas machaque a la ELA.

ELA, esclerosis lateral amiotrófica, una putada. Te localiza, te atrapa y te mata. Cazó a Carlos con 33 años. Resiste, postrado en una cama en la que apenas sujeta el esfínter y se comunica con el mundo exterior con las pupilas, que «escriben» en el ordenador según las fija en cada letra, y una mirada que nos anima a levantarnos, aunque nuestro mal sea una grotesca astenia primaveral. Con Fernando Torres, su amigo, mantuvo una conversación de tres horas cuando ya no podía pronunciar palabra. El vídeo, de 60 minutos, ha dado la vuelta al mundo. Es una lección, de supervivencia, de amistad, de humildad, de vida, de ambos. Con aquella conversación y otras más José Antonio Martín, Petón, ha escrito un libro inmenso, «¿Quién dijo rendirse?», epílogo de lo que Carlos y Fernando empezaron y María José Navarro, nuestra Marijose, encaminó. Es mejor que cualquier tratado de psicología, es una inyección de valor, de energía, porque el partido no ha terminado.