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La comedia de otoño, antes de la boda Sánchez- Puigdemont
La gran comedia de otoño, pergeñada hace meses, la de Sánchez y Puigdemont, aunque tenga futuras segundas partes más que inciertas, está a punto de acabar en boda
George Gordon Byron (1788-1824), sexto barón de Byron, conocido como Lord Byron, fue un revolucionario y poeta del movimiento del romanticismo británico, antecedente de la figura del poeta maldito. Excéntrico y rico luchó –y murió en el intento– por la independencia de Grecia frente al Imperio Islámico–Otomano y decía, con palabras algo proféticas en su propia peripecia personal, que «todas las tragedias terminan con una muerte, todas las comedias con la una boda». La comedia, que pierde sus orígenes en los cultos primitivos al dios griego Dioniso, con Aristófanes (444 AC-385AC) como primera gran cumbre, se caracteriza porque a pesar de llevar en sí misma el germen de un drama –tragedia para algunos– casi siempre termina bien. Otra de sus características es que la acción –el relato, como dirían los políticos más actuales– se enreda y se enreda, como en la Teoría del caos, hasta que cuando todo está a punto de ser un desastre o devenir en una tragedia, de repente, no sin efectos dramáticos, todo se arregla y hay un final feliz, al menos momentáneo.
Shakespeare (1564-1616) escribió «El sueño de una noche de verano», que era la «noche de San Juan», la comedia más famosa de la literatura, con el precedente hispánico de la «Tragicomedia de Calisto y Melibea», de Fernando de Rojas (1465-1541), es decir, «La Celestina». Medio milenio más tarde, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont dan los últimos retoques al desenlace de su propia comedia, que empieza a ser larga porque comenzó un tórrido 23 de julio. El estreno, y los dos lo saben, tiene que ser, en el escenario del Congreso de los Diputados, mejor que el de cualquier teatro, antes del 27 de noviembre, pero nada exige que sea mucho antes y Puigdemont –así llegó él a la presidencia de la Generalitat y de ahí a Waterloo– es un profesional de apurar los plazos para ajustar el libreto hasta instantes antes de que se alce el telón. Hay algunos, tampoco muchos, que piensan que puede pasarse de listo y que no llegue al estreno con la comedia resuelta. Nunca se puede descartar nada con ciertos comediantes, pero hasta los más estrafalarios saben, al final, donde están las lentejas del día a día. En paralelo discurre la «tragicomedia de Sánchez y Díaz», en la que Puigdemont oficia de una especie de Celestina, y que también puede acabar mal. La gran comedia de otoño, pergeñada hace meses, la de Sánchez y Puigdemont, aunque tenga futuras segundas partes más que inciertas, está a punto de acabar en boda, según la receta de Lord Byron.
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