Sin Perdón

Conde-Pumpido consagra la impunidad

«La nueva doctrina que está impulsado crea un riesgo sistémico de impunidad»

He de reconocer que la actuación de Conde-Pumpido me produce estupor. El proceso de mutación constitucional lleva un ritmo acelerado. Nadie sabe dónde puede acabar. Ha decidido que el TC actúe como máximo intérprete de la ley y suplante al Supremo en esta función. Es cierto que no consiguió ser presidente de su sala penal, pero no quiero creer que sus decisiones respondan a un insólito deseo de desquite. En esta ocasión ha decidido anular caprichosamente la condena de la exministra Magdalena Álvarez por el fraude de los ERE. A estas alturas podemos constatar que el poder de Conde-Pumpido es ilimitado y se ha arrogado una capacidad interpretativa que desborda las previsiones de la Carta Magna sobre las funciones de este Tribunal. Es una visión muy inquietante que genera inseguridad jurídica, porque relega al Supremo a un papel secundario. Es absurdo teniendo en cuenta que sus miembros cuentan con una mayor cualificación, experiencia y preparación que las magistradas y magistrados que han votado con Conde-Pumpido. Por cierto, Feijóo tiene que reflexionar sobre lo que está sucediendo, porque es muy arriesgado dejar el CGPJ en manos de alguien como el presidente del TC.

La realidad es que la nueva doctrina que está impulsado crea un riesgo sistémico de impunidad. Es algo muy grato para la izquierda política y mediática. Hay una clase privilegiada que estará por encima de la ley que está formada por los dirigentes socialistas, sus aliados y sus redes clientelares. En este sentido, Conde-Pumpido se está encargando de blanquear la corrupción sistémica del PSOE, los ataques al Estado de Derecho y el proceso de dinamitar la separación de poderes. Es triste que lo haga un magistrado del Supremo que es el heredero de una saga de prestigiosos juristas. Ni el Poder Judicial ni el TC deberían estar al servicio de un gobierno sino del imperio de la ley. La anulación de los nueve años de inhabilitación de la exministra confirma que Sánchez controla el TC y ahora solo le falta conseguir que el Supremo sea una marioneta al servicio de sus intereses. Es lo que sucederá si sus colaboradores toman el control del CGPJ, ya que podrá colocar a decenas de sanchistas con una limitada preparación como sucede con los colegas de Conde-Pumpido en el TC. Malos tiempos para el Estado de Derecho.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).