Tribuna
Mi coronel
La victoria de Pérez de los Cobos, de la que nos hemos alegrado muchos españoles, no solo los uniformados, es una victoria de nuestro orden Constitucional, el que nos dimos todos, pero que, prostituyéndolo, manipulan otros a su interés y conveniencia
Señala el articulo 14 de nuestras Reales Ordenanzas: «La Justicia debe imperar en las Fuerzas Armadas de tal modo que nadie tenga que esperar del favor ni temer de la arbitrariedad». Lo completa con el 201: «El militar que se sintiese agraviado podrá promover recurso, haciéndolo por sus jefes y con buen modo y cuando no lograse la satisfacción a que se considere acreedor, podrá llegar hasta el Rey (1) con la representación de su agravio». Debemos entender que en nuestra actual Monarquía Parlamentaria, el artículo 117 de la Constitución atribuye que «la Justicia emana del Pueblo y se administra en nombre del Rey por jueces y magistrados integrantes del Poder Judicial, independientes (2), inamovibles, responsables, sometidos únicamente al imperio de la Ley».
Sin necesidad de restañar heridas en los medios, seguro de los apoyos de su familia, de sus subordinados y de muchos superiores, el coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos, ha luchado con buen modo contra la arbitrariedad, llegando con la representación de su agravio al mismo Tribunal Supremo, que en reciente sentencia (424/2023) del 29 de marzo resolvió por unanimidad de los cinco Magistrados de la Sala de lo Contencioso Administrativo darle la razón (3). Declararon nula su destitución «por falta de confianza», firmada en mayo de 2020 por la entonces Directora General de la Benemérita, María Gámez.
El recurso de casación ha transitado por tanto, tres años. Solo el Coronel, su familia, su buen abogado y algunos compañeros saben lo que representa este tiempo en un ambiente político desfavorable. Con un Gobierno apoyado por dos partidos separatistas como Bildu y ERC, mal se le presentaba al Coronel, conocida su hoja de servicios de lucha contra ETA y coordinando el despliegue policial durante el golpe de estado del 1 de octubre en Cataluña.
Tres años ponen a prueba a todo un carácter, una vocación, una irrenunciable confianza en la Justicia. Porque lo tenía todo en contra, desde aquel 8 de marzo de 2020 en que tuvo lugar la trágica manifestación del Día Internacional de la Mujer, en plena irrupción de una pandemia que segó miles de vidas españolas. Al autorizarla la Delegación del Gobierno en Madrid, aparecía como presunto prevaricador a criterio de un Juzgado de Madrid el propio Delegado José Manuel Franco. Declarado el secreto del sumario dadas las personalidades incursas, la Magistrada en el fondo solo indagaba si aquel tenía suficiente información sobre el virus como para haberla prohibido. La información la realizaba un subordinado de Pérez de los Cobos en su función de policía judicial, es decir sujeto solo al mandato de la Magistrada.
La película está contada: Franco llama a Moncloa, «me está investigando la Guardia Civil; fuisteis vosotros los que me dijisteis que la autorizara»; Moncloa llama al Ministro al que pilla en fuera de juego y, en un arranque propio de su personalidad, ordena a su Secretario de Estado y a la propia Directora General, que cesen al Coronel. Hecho. BOE.
Por haber dado la cara, Franco fue remunerado con una canonjía en Deportes, donde sigue. En el fondo habrá comprendido la sentencia. La Directora General advertida previamente la releyó en el AVE rumbo a Málaga. Unos fatuos halagos, respecto a los 174 años de vida del Benemérito Cuerpo y el decorado de fondo de cuatro generales, fue el pago a sus servicios. Y quizás no lo merecía, pero alguien debía pagar los denarios de la sentencia. Roma (Moncloa) no paga a leales.
Imagino las presiones durante estos tres años. Si realmente ofrecieron al Coronel el ascenso a General a cambio de retirar la demanda, poco conocían a la persona. No creo se atreviese a mediar la Ministra de Defensa, magistrada como Marlaska, compañera del Consejo de Ministros, la que también en tiempos de pandemia ofreció otra canonjía en la OEA de Washington al entonces JEMAD General Villarroya, a cambio de su discreta renuncia. Piensen también en el cese de la buena Directora del CNI servida en bandeja de plata a ERC. Los casos no son iguales en las formas; pero el fondo sí. Bajo la capa de «pérdida de confianza», se esconden verdaderos casos de caciquismo en los que se ejerce una descarada arbitrariedad como herramienta de poder al uso.
La victoria de Pérez de los Cobos, de la que nos hemos alegrado muchos españoles, no solo los uniformados, es una victoria de nuestro orden Constitucional, el que nos dimos todos, pero que, prostituyéndolo, manipulan otros a su interés y conveniencia.
¡Gracias, mi Coronel!
(1) En las antiguas Ordenanzas de Carlos III –Monarquía absoluta– decían: «llegar a Nos».
(2) Si realmente fuesen todos «independientes», nos ahorraríamos muchos quebraderos de cabeza.
(3) Toda una lección, los 21 folios del Magistrado ponente José Luis Requero.
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