El canto del cuco

Contra las cuerdas

Parece razonable concluir que el presidente Sánchez, más que una maniobra de resistencia, está pensando seriamente en dejar el Gobierno y busca desesperadamente una salida digna

La justicia, la prensa y las redes sociales han puesto a Pedro Sánchez contra las cuerdas. Su caída parece inevitable, aunque con él nunca se sabe. Todo es anómalo: el plazo de cinco días para reflexionar, la patética carta a los españoles, su inquina contra la oposición democrática… Se presenta como víctima de una conspiración urdida contra él, y la verdad es que hoy es un hombre que inspira compasión. Se le ve noqueado, ojeroso, desquiciado y solo. Acaso espera que de aquí al lunes se levante una ola progresista aclamándolo y forzándole a presentar en el Congreso la cuestión de confianza. El alto coste de los apoyos sería lo de menos. Él juega siempre con pólvora del Rey. Por cierto, se ha sabido que comunicó su decisión a Felipe VI antes, según parece, de publicar la carta.

La legislatura está bloqueada. No tiene más recorrido. Estamos en permanente campaña electoral que lo condiciona todo. Y el ambiente político es irrespirable. Poderosas razones para reflexionar. Pero lo que ha conducido a Sánchez a un periodo de reflexión, abandonando incluso sus deberes institucionales, ha sido la decisión de un juez, recogiendo las detalladas informaciones de la prensa, de abrir diligencias contra Begoña Gómez, su mujer, por indicios de tráfico de influencias y corrupción. Esto ha quebrado la proverbial capacidad de resistencia de Pedro Sánchez. Si es así, se demuestra que este hombre es humano, y hay que respetar sus sentimientos aunque uno mantenga con él una profunda discrepancia política.

Más que la despiadada crítica de una parte de la prensa y de la mayor parte de las redes sociales, y la dependencia del Gobierno de las insaciables exigencias de los nacionalistas vascos y catalanes, lo que verdaderamente preocupa a Sánchez es la suerte judicial de su mujer, como deja traslucir con claridad en la dichosa carta. No le tranquiliza del todo que haya expertos que no conceden al caso recorrido penal. Basta con que tenga dimensión moral. Y su posible continuidad en el poder con la renovada confianza del Congreso no garantizaría que el juez no procesara dentro de unos meses a Begoña Gómez por corrupción y tráfico de influencias. Y entonces ¿qué? Parece razonable concluir que el presidente Sánchez, más que una maniobra de resistencia, está pensando seriamente en dejar el Gobierno y busca desesperadamente una salida digna. El hecho de que ni siquiera asista a la reunión de la dirección del partido este fin de semana, a mí me recuerda lo de la «Casa de la Pradera» de UCD, con Adolfo Suárez esperando fuera, en vísperas de dimitir.