Historias del mundo

El descenso de los cisnes reales

«Estas aves, que antes formaban parte de la dieta de los nobles del medievo, son ahora una especie protegida en Inglaterra»

Los cisnes del rey Carlos III están en peligro, es una realidad de este mes de julio de 2023 y no un titular de la prensa de hace tres siglos. Lo cierto es que la población de estas aves en el río Támesis –desde Londres hasta Abingdon– ha descendido un 40% en comparación con el año pasado, según han averiguado los conocidos como «marcadores de cisnes del rey», los funcionarios de la casa real británica que se encargan de realizar un censo de las aves de la corona. Y es que sí, en estas aguas, son propiedad del monarca.

Este registro de ánades, aunque es el primero bajo el reinado de Carlos de Inglaterra, es una tradición que se viene realizando desde el siglo XII. Los cisnes, que antes formaban parte de la dieta de los nobles del medievo, son ahora una especie protegida en Inglaterra y de ahí que su recuento y protección sean claves. Sin embargo, este año, tras cinco días de navegación por el Támesis, el resultado del registro ha sido de lo más decepcionante.

En total, sólo han hallado 94 cisnes. Una cifra tan baja que achacan a la gripe aviar, pero también al vandalismo y a la crecida de las aguas, que han arrastrado los nidos de los polluelos. El impacto de este virus de la influenza A ha sido terrible para las ánades, aunque también los humanos han contribuido a este declive. Los encargados del censo real explican que se ha llegado a disparar a los cisnes con pistolas de aire comprimido y otras armas. También roban sus huevos y destruyen sus nidos e incluso los perros, cuando van sin correa, atacan a los cisnes.

Esta suerte de ornitólogos, ataviados con pantalón blanco y liderados por David Barber, que también porta chaqueta roja con botones de oro, y una enorme pluma blanca –sobresale de su gorra de marinero– reman contracorriente en busca de estas aves acuáticas tan elegantes que tantas obras han inspirado. Cuando las avistan, las atrapan y atan las patas cuidadosamente. Después las miden y pesan sobre una tela, y comprueban su estado de salud. «Tenemos muchos heridos, muchos cisnes abatidos, es horroroso», ha reconocido Barber, quien ha sido «marcador de la reina» durante 30 años. Para él, la educación de los jóvenes desde primaria «sería de gran ayuda» para evitar que los cisnes reales sigan descendiendo.