La situación

Deseos y realidades

«Sánchez tradujo su victoria en aquellas primarias en un mandato absoluto concedido por las bases»

En 2017, Pedro Sánchez consiguió por segunda vez (la primera fue en 2014) alcanzar la secretaría general del PSOE. Se hizo con el liderazgo en el partido gracias al apoyo de las bases, y en contra del criterio del aparato. En aquel momento, los militantes socialistas –igual que un amplio sector de su electorado– parecían obnubilados por el empuje del recién nacido Podemos, que en 2016 estuvo cerca de superar al PSOE en las urnas. Y, así, esas bases optaron por el proyecto más radical, encarnado por Sánchez, quien en una entrevista con Jordi Évole en LaSexta había mostrado su disposición a ir «codo con codo con Podemos». Y dos años después, en 2019, cumplió lo prometido y conformó una coalición de gobierno con Pablo Iglesias y sus círculos, aunque fue más lejos, porque se animó a llegar a un acuerdo de investidura hasta con Otegi, y en 2023 sumó a Puigdemont.

Han pasado casi nueve años de aquella segunda victoria de Sánchez en las primarias del PSOE, y once desde la primera. Nadie –ni siquiera Felipe González, con sus 202 diputados en 1982– ha acumulado tanto poder interno en el partido. Sánchez tradujo su victoria en aquellas primarias en un mandato absoluto concedido por las bases para hacerse con el control completo de la Ejecutiva, del Comité Federal y de las federaciones territoriales. A Felipe nunca se le ocurrió silenciar a los sectores críticos. A Sánchez nunca se le ocurrió permitir que disfrutaran de algún protagonismo interno. Y quienes lo han intentado –y hasta conseguido, como García-Page y Lambán– han sido orillados y despreciados.

Jordi Sevilla fue el mentor económico de Zapatero (aunque al llegar al poder no le dio la cartera de Economía), y acompañó al Sánchez de primera hora. Necesitó algún tiempo para entender hasta dónde llegaba la verdadera cara del sanchismo. Ahora, ante el micrófono de Carlos Alsina, lo ha explicado: «el PSOE ya no existe, es cada vez más Pedro Sánchez»; «está encerrado en su burbuja». También dijo que la etapa de Sánchez «está finalizando». Probablemente en esa afirmación le pudo más el deseo que un análisis objetivo de la realidad.