Madrid

Carmena desvirtúa gravemente la democracia

La Razón
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La única cuestión relevante en todo el espectáculo «participativo» que ha montado el Ayuntamiento de Madrid es que sus vecinos no se sustraigan a la realidad política y se dejen arrastrar por la palabrería del marxismo más ramplón. En efecto, las urnas de ese remedo de democracia directa al que acabamos de asistir no añaden un ápice de legitimidad a las decisiones ejecutivas del equipo que dirige los destinos de la capital de España. Si su alcaldesa, Manuela Carmena, puede peatonalizar la Gran Vía y quitar el nombre de Felipe VI a un parque público es, exclusivamente, porque en las últimas elecciones municipales su formación, Ahora Madrid, se hizo con la Alcaldía gracias al apoyo del PSOE. Es decir, por estricta aplicación del sistema de democracia representativa que funciona en nuestro país. Todo lo demás no deja de ser un nuevo intento de la extrema izquierda de desvirtuar las reglas de una democracia que consideran burguesa. No son, pues, los 2.500 vecinos de Hortaleza que han votado en la consulta quienes cambian la denominación de un parque. Ni siquiera los 750.000 madrileños que dieron sus votos a Ahora Madrid y al PSOE en junio de 2015. La ofensa a la Corona, como su erróneo urbanismo, es responsabilidad directa de Manuela Carmena y de su equipo de jóvenes sectarios, que son quienes gobiernan la capital, al menos, hasta que las auténticas urnas digan lo contrario.