Caso Gürtel

La verdad se abre camino

El testimonio prestado por la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, ante el juez Pablo Ruz ha sido, por fuerza, coincidente con lo que ha venido manteniendo desde que el ex tesorero encarcelado, Luis Bárcenas, decidió cubrir sus responsabilidades con una inicua cortina de acusaciones generales, con especial saña hacia quienes, dentro del partido, fueron los primeros en dudar de su honorabilidad. De Cospedal, como el día anterior los ex secretarios generales Francisco Álvarez Cascos y Javier Arenas, ha explicado al juez lo que, con el correr del largo proceso, parece cada vez más evidente: que la gestión económica de la agrupación política correspondía a Luis Bárcenas y a su antecesor, Álvaro Lapuerta, que eran quienes tenían completo acceso a las cuentas. Con ligeros matices, que hacen más creíbles sus testimonios, los tres testigos han negado que tuvieran conocimiento de la existencia de una contabilidad en B, han rechazado las imputaciones de cobro de sobresueldos en dinero negro y han declarado que no les consta, como es lógico, que se cometieran irregularidades en la administración de los fondos del partido. Tras la extensa testifical se pueden sacar dos conclusiones en absoluto contradictorias: que Luis Bárcenas gozaba de la lógica confianza de sus compañeros, e incluso en algunos casos de su amistad, tras dos décadas de trabajo como gerente y tesorero; y que se aprovechó de estas circunstancias para amasar una fortuna, que ocultó cuidadosamente a todos con cuentas en el extranjero y supuestas operaciones comerciales y de intermediación de obras de arte, respaldadas mediante fraude documental. Ítem más, el ex tesorero, tras las primeras acusaciones que le implicaban en el «caso Gürtel», de las que fue sobreseído por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, pero que le costaron tener que renunciar a su escaño en el Senado, se ungió el papel de víctima inocente para obtener un trato de favor a la hora de la obligada rescisión de su contrato laboral. Dicho en plata: se sirvió de la buena fe de muchos a los que había traicionado para su medro personal. Ésta es la verdad que, pese al ruido mediático y a la algarabía demagógica de una oposición sin rumbo aparente, acabará por abrirse paso en el campo de la Justicia. Luis Bárcenas, que sigue en prisión preventiva y a quien el juez Ruz ha embargado una nueva tanda de cuentas ocultas en el extranjero, es quien debe testificar ahora con la verdad. Nuestro ordenamiento jurídico no le obliga a inculparse, pero las declaraciones de los tres últimos secretarios generales del partido del que formó parte dejan poco espacio a la duda de quién llevaba las cuentas y gestionaba los fondos: él mismo, que amasó una increíble fortuna personal.