Medidas económicas

Respaldo político alemán

Sin contar las conferencias multilaterales europeas, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y la canciller alemana, Angela Merkel, se han visto hasta en siete ocasiones en menos de un año. Es decir, que mantienen una relación fluida que evita equívocos y desconocimientos sobre las posiciones de ambas partes. Ayer, con motivo de la XXIV Cumbre Hispanoalemana, quedó constancia, pese al cuidado lenguaje diplomático de la posterior rueda de prensa conjunta, que entre Rajoy y Merkel se mantienen las diferencias de enfoque sobre la mejor estrategia a seguir para superar la crisis del euro, un hecho que va a condicionar sobremanera la negociación de los próximos presupuestos generales de la Unión Europea. Hubo, sin embargo, algunos indicios reveladores de que la posición alemana comienza a ceder en su inflexible postura del control del déficit público, cuando la canciller admitió que, en lo que se refiere al drama del desempleo juvenil, debía ser el conjunto de la Unión Europea el que abordara el problema con medidas de estímulo. Es un primer paso, en parte forzado por la realidad de los hechos: España y los países del sur están llevando a cabo un enorme esfuerzo de reducción del gasto público, reorganización fiscal y reformas estructurales que corre el riesgo de quedar baldías si no se ponen en marcha mecanismos de estímulo y, sobre todo, la redefinición del papel del Banco Central Europeo. Ambas reclamaciones son el caballo de batalla de un Mariano Rajoy que gana predicamento en Europa, pese a la magnificación mediática de los problemas domésticos, porque ha demostrado que España hace honor a los compromisos contraídos. Lo reconoció ayer Angela Merkel, aunque, condicionada por su calendario electoral, insistiera en que sus votantes exigen que se mantenga la senda de la austeridad. Es un error, como demuestra la ralentización de la economía germana, que, más pronto que tarde, se verá obligada a corregir. Asimismo, la Cumbre Hispanoalemana ha coincidido con la segunda revisión del programa de saneamiento del sector financiero español llevada a cabo por la Comisión Europea. Su vicepresidente, Olli Rehn, ha elogiado los avances conseguidos en el proceso de reforma y reparación del sector financiero, a los que atribuye la caída de los costes de financiación de la deuda soberana y la recuperación de la confianza entre los inversores internacionales. Aunque, eso sí, insiste en que aún son necesarios más esfuerzos. Es cierto. Pero también lo es que los compromisos adquiridos lo fueron para ambas partes y que la Comisión debería aplicar el mismo celo en llevar a cabo las reformas del sistema de control monetario, ya pactadas, que exige a los demás.