Gobierno de España

Sánchez cocina el fracaso del PSOE

La Razón
La RazónLa Razón

El PSOE, o mejor dicho, Pedro Sánchez, ha dado por finalizada su ceremonia de la confusión política, su gira de verano por toda España y se apresura ya a mostrar sus cartas. Unos naipes trucados que son los mismos que puso sobre la mesa el pasado mes de julio y con los que no logró ganar la partida. Porque eso es para él la gobernabilidad de España, la estabilidad política y económica de nuestro país: un envite. Y eso, claro está, puede salir bien o mal. Y a él le salió muy mal. En ese más de lo mismo que hemos visto desde hace meses, mañana tiene previsto presentar sus 300 medidas que pretenden ser la base de un acuerdo programático con Unidas Podemos y quien quiera sumarse, y que hace propias –según afirma Sánchez– «la mayoría de las propuestas de Pablo Iglesias», seguro como está de que «aún queda tiempo para negociar un “Gobierno de coalición progresista”». Lo cierto es que, como ya avanzó LA RAZÓN en su encuesta del domingo, los españoles culpan al presidente en funciones de ser el verdadero responsable del impás económico, administrativo y político que sufre nuestro país. La sociedad –y no solo los políticos– están convencidos de que Pedro Sánchez ha decidido agotar los tiempos en reuniones estériles, como las mantenidas con los denominados «colectivos sociales», para conducirnos a unas nuevas elecciones en noviembre. Un escenario rechazado por la mayoría de los españoles y que dispararía el rechazo contra el PSOE para apuntalar el crecimiento del PP, el gran beneficiado de esta táctica errada y errática. De hecho, la encuesta de hoy mismo en LA RAZÓN apunta a que el 6,8 por ciento de los votantes socialistas se abstendría en una nueva convocatoria electoral. Algo que afectaría de lleno al cálculo de la representación parlamentaria del PSOE en el Congreso, además de a Cs, en cuyas filas la abstención ascendería hasta el 9,7%. Por no hablar de Vox, donde hasta el 25,3% de sus votantes cambiarían su voto en favor del Partido Popular y el 6,4% se abstendría. Un juego de vasos comunicantes y de pérdidas de votantes que afectarían de manera sensible a la representación en el Congreso. Por eso no son baladíes las palabras del presiente nacional del PP, Pablo Casado, que ayer, desde Ávila, reiteró su negativa a facilitar la investidura de Pedro Sánchez e hizo un juego de palabras sobre la posible plataforma «España Suma» ante hipotéticas elecciones al señalar que «allí donde el PP ha sumado, España ha sumado». Una estrategia ante el vacío de Gobierno que existe en estos momentos que Sánchez ha criticado con fuerza al calificarlo de «frentista». Casado aseguró ayer también que su partido «desbloqueará la situación si Pedro Sánchez nos quiere llevar a nuevas elecciones». Mientras, la aritmética con la que juega de manera tan irresponsable Sánchez sigue sin darle la llave de La Moncloa. El escenario electoral también se complica ante la inacción del Ejecutivo socialista en seguridad, inmigración y unidad nacional. El «think tank» socialista sabe que juega contrarreloj. De ahí la ocurrencia de Pedro Sánchez de lanzar ahora una nueva ocurrencia: que existe una «tercera vía» frente al gobierno de coalición o la repetición de elecciones, que es la negociación de un «programa común progresista». Compromete a Unidas Podemos, a los renombrados por él «nacionalistas» –antes independentistas– y la nacionalistas vascos y regionalistas cántabros. Todo para volver a la casilla de salida. La que todo el país vio el pasado mes de julio: su deseo de arañar unos cuantos votos en unas elecciones generales que convertirá en su tabla de salvación. En su último cartucho. Aunque podría convertirse más bien en una ruleta rusa de incierto resultado. El hastío de los votantes podría acabar con su resistencia.