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El canto del cuco

La escuela de Almajano

La conciliación se complica en el mundo rural, y los estímulos contra la despoblación, cuando apuntaban las primeras señales esperanzadoras, disminuyen

En Almajano, pequeño pueblo de Soria, a unos quince kilómetros de la capital, hay escuela, lo que es casi un milagro en la España vaciada. Acuden niños de los alrededores, que recoge una ruta muy de mañana. En total van al centro escolar de Almajano trece niños, de los cuales siete vienen de fuera. Estos se quedan a comer gratis en el colegio y después el transporte escolar los devuelve a su casa. Todo iba bien hasta ahora, pero acaba de comunicar la Dirección Provincial de Educación que, a partir del próximo curso, la ruta saldrá a las dos menos cuarto de la tarde, cuando acaben las clases, sin esperar a los siete niños del comedor. Así que estos niños, si comen, no tendrán transporte, y si se van en la ruta, se quedan sin comer. El trastorno es mayúsculo para los padres, que han puesto el grito en el cielo y están recogiendo firmas contra la medida. No es un caso aislado. La conciliación se complica en el mundo rural, y los estímulos contra la despoblación, cuando apuntaban las primeras señales esperanzadoras, disminuyen.

«Siete niños aquí es como setecientos en Pamplona», me dice Mercedes Álvarez, la directora de «El cielo gira», película mítica en la que regresa al lugar donde nació, Aldealseñor, muy cerca de Almajano, y recupera la memoria del pueblo a través de los últimos vecinos. De su mano recorremos las calles solitarias, el cielo claro y el paisaje desnudo del páramo. Mercedes es defensora de este paisaje elemental, purísimo, agredido por aerogeneradores y plantas solares, y lucha por la supervivencia de estos pueblos. Por eso me comunicó enseguida, indignada, lo de la escuela de Almajano, un pueblo en el que aún se adivina la antigua grandeza en sus casonas del tiempo de la Mesta y en la casa fuerte de los Salcedo, donde Juan II de Aragón y los emisarios de Alfonso V, el Magnánimo, de Castilla firmaron la llamada «Tregua de Almajano».

A propósito de las dificultades que encuentran para la educación los que han tenido el valor o la ocurrencia de irse a vivir a un pueblo, Mercedes Álvarez me cuenta un caso de su pueblo. En Aldealseñor viven tres niños, que llegaron de Madrid. Uno de ellos va al Instituto de Soria. Todos los días a las siete de la mañana espera pacientemente en mitad del campo, al borde de la carretera, la llegada del autobús, llueva, nieve o caigan chuzos de punta, sin un chozo o cobertizo donde cobijarse. No, no es fácil la vida en los pueblos.