El trípode
El futuro de España se decide en Waterloo
Mañana comienza una etapa más de esta interminable carrera que comenzó tras la Semana Santa y que va a convertirse en la campaña electoral más larga desde 1978
Mañana comienza una etapa más de esta interminable carrera que comenzó tras la Semana Santa y que va a convertirse en la campaña electoral más larga desde 1978. A día de hoy, y dado el diabólico resultado del 23J, con un Sánchez que ha convertido la política española en un enfrentamiento entre dos bloques –convertidos de facto en las «dos Españas» que llorara Antonio Machado y de las que una de ellas «iba a helarle el corazón»–, están abiertas todas las hipótesis sobre el inmediato futuro de España. Cuando menos, hasta que a partir de las 10 horas de mañana jueves 17, se constituyan las dos Cámaras de las Cortes Generales, y en particular el Congreso de los Diputados donde debe ser investido el futuro presidente del Gobierno. Quien resulte electo al frente de la Cámara baja, descorrerá parcialmente la cortina que oculta en total secretismo las cesiones del PSOE a los secesionistas catalanes y vascos en cuyas manos lamentablemente se ha dejado la gobernabilidad de la España a la que ellos quieren destruir. Será limitada esa luz según quién ocupe esa elevada responsabilidad institucional, que tiene en su mano Puigdemont, lo que es una manifiesta ofensa a la dignidad y autoestima de la Patria española: la presidencia de la Cámara en la que reside la soberanía nacional se encuentra en manos de quien públicamente declara no ser español y su fuerza política aboga por un «Brexit de Cataluña con España». Es tan surrealista y lamentable la actual situación que resulta obligado mirar hacia las siglas partidistas responsables de estar avalándola y haciéndola posible. Esas siglas son «PSOE», cuya hoja de «servicios» a España va a incluir un capítulo poco glorioso dedicado a la etapa en que se convirtió en el «PS, Partido Sanchista», poco obrero y nada español.
Mañana se abrirá paso a la investidura y a fecha de hoy y sin perjuicio de lo comentado y que suceda mañana, se especula con la posibilidad de que en la ronda de consultas del Rey con los grupos parlamentarios, los del prófugo de Waterloo digan que su voto lo decidirán tras escuchar el discurso del candidato. En esas condiciones, el Rey se vería obligado a proponer a Feijóo, que no conseguiría la investidura al votar Junts en su contra. A continuación, es Sánchez quien tendría su turno y a el sí que le apoyarían y resultaría investido presidente del Gobierno de la Nación. «En el pecado llevaría la penitencia» de una desdichada legislatura por la que pasará a la Historia. Aunque no como a él le gustaría pasar.
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