V de viernes

Golpe a la aviación

La prohibición de vuelos de menos de dos horas y media apenas incide en la descarbonización y afectará de lleno al turismo

A la COP 26 se desplazaron un total de 400 jets privados para transportar a unas mil autoridades con sus gabinetes, asesores y equipos, entre ellos Biden, Macron, Trudeau y millonarios como Bezos, éste último a bordo de su Golfstresam privado que contamina sin parar al precio de 56 millones de euros. Los líderes políticos, entre ellos Sánchez, usan aparatos que, en general, son de 5 a 14 veces más contaminantes por pasajero que los comerciales, y hasta 50 veces más que los trenes. Pero Macron no va a prohibirse a sí mismo viajar en su jet como tampoco la señora Von der Leyen ni ninguno de los altos dirigentes europeos que defienden la eliminación de los vuelos interiores de menos de dos horas y media, con la excusa de la emergencia climática.

Es una contradicción importante que quienes deciden qué restricciones aplicar a la ciudadanía mundial para reducir las emisiones de CO2, se desplacen en aviones tan caros como contaminantes, cumpliéndose una vez más la famosa Ley del Embudo, resumida en la expresión “lo ancho para mí, lo estrecho para los demás”.

En realidad, no hay por qué sorprenderse. La clase política siempre actúa igual, y ahora Macron ha ordenado ya la prohibición de los trayectos aéreos de menos de dos horas y media, siempre que exista alternativa ferroviaria. En España Sánchez lo incluyó en su Agenda 2050, lo que despertó la crítica de la aviación comercial por diferentes razones. Entre ellas, por el golpe que supondrá para el turismo. Las interconexiones desde Málaga, Sevilla, Valencia o Barcelona serían perjudicadas. Saldría más barato, para ir a Buenos Aires, ir desde Malaga a París y desde allí a Argentina en Air France, no con Iberia o Air Europa. Es decir, un auténtico despropósito. Las emisiones se mantendrían y el hub de Madrid perdería competitividad. Apenas se conseguiría una reducción marginal dado que los vuelos afectados representan menos del 1% de las emisiones.

El sector aéreo apuesta con razón por soluciones como avanzar en el uso de biocombustibles, el hidrógeno, el avión eléctrico y la implementación del Cielo Único europeo, que permitiría la reducción del 10% de las emisiones”.

No opina así la señora Von der Leyen ni nuestra Teresa Ribera, más en la línea de Macron. Además de los anterior, la Agenda Verde Arcoiris 2030 incluye medidas fiscales y medioambientales en el sector de la aviación que van a encarecer el precio de los vuelos. Se trata de cuatro tipos de decisiones con enorme impacto en la aviación comercial: un 5% del combustible debe ser sostenible (hasta 6 veces más caro); el encarecimiento del impuesto por emitir CO2; un nuevo gravamen al queroseno, y una tasa al billete por valor de 7,8 euros, para desincentivar al viajero frecuente. El impacto al turismo será devastador, calculándose pérdidas de 11 millones de visitantes.