Escrito en la pared
Gundisalvo te pone casa
El problema se manifiesta con reiteración cada vez que el sector inmobiliario se ve encorsetado por intervenciones y regulaciones públicas
Cómo no evocar, a la vista de los acontecimientos, a Gundisalvo, el candidato electoral que inmortalizó Antonio Mingote en tantas de sus geniales viñetas. Vuelve Gundisalvo y ahora, con las municipales, si le votas, te congela el alquiler y si se tercia te pone casa. Total, para eso están la Sareb y el ICO, con sus decenas de miles de pisos vacíos, el uno, y sus promesas de construcción, el otro, a disposición del gobierno. Da igual que haya muchos inhabitables o que ni siquiera se hayan terminado de construir o que sólo existan en los planos de un arquitecto o que, en el mejor de los casos, estén tan alejados de donde realmente se vive que ni siquiera hay una camioneta que te pueda llevar al trabajo. Y además, en un plazo previsto de veinte años para su realización, con lo que, con suerte, los beneficiarios habrán de esperar pacientemente metidos, como Diógenes, en un tonel, tal vez dotado de conexión a internet y algún otro adelanto moderno. Qué importa todo esto si lo único que vale, al parecer, es el minuto de gloria que ofrecen los telediarios, el impacto mediático que epata a los inminentes votantes para llevarlos a la urna con la papeleta de Gundisalvo.
Lo curioso del asunto es que llueve sobre mojado porque nuestro Gundisalvo, candidato de izquierdas ahora, parece que ha aprendido la política de esta materia en alguno de esos catecismos que, desde que Friedrich Engels escribió su «Contribución al problema de la vivienda» allá por 1872, vienen repitiendo que la solución al problema pasa necesariamente por la estatalización, la intervención sobre los pisos vacíos, el cuestionamiento del derecho a la propiedad privada y la regulación de los precios, sobre todo con la limitación de los alquileres. Lo curioso es que estas recetas no han resuelto nada –y mire usted don Gundisalvo que han pasado años–, pues el problema se manifiesta con reiteración cada vez que el sector inmobiliario se ve encorsetado por intervenciones y regulaciones públicas que conducen indefectiblemente a restricciones de oferta que expulsan del mercado a los menos favorecidos. Así que más valdría afrontar esto con racionalidad económica y sin carga ideológica, aunque me temo no convencer al candidato.
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