Tribuna
Las madres que trabajan en España
La verdadera igualdad solo se alcanzará cuando todos los varones se ocupen de la compra doméstica, planchar toda la ropa, hacer la comida, pasar la noche con un hijo enfermo y tantos detalles imperceptibles que recaen exclusivamente sobre los colectivos femeninos
Es perfectamente constatable que las trabajadoras que son madres en nuestro país realizan grandes esfuerzos para compatibilizar trabajo y gestión doméstica, problema que muy pocas veces se le plantea al trabajador varón, aunque sería igualitario también exigírsele integralmente iguales responsabilidades paterno- filiales.
Se habla de conciliación pero es difícil conseguir algo que debía ser natural. La doctora en Psicología social María Ángeles Viladot publicó un valioso ensayo sobre los prejuicios de género. La obra analizaba temas como «la pena de maternidad», señalando que las trabajadoras con hijos son poco valoradas por los empresarios por ser aparentemente menos comprometidas. En el caso de los varones ocurre lo contrario. El estereotipo de tener que mantener a su familia supone que asumen mayor interés en el trabajo.
Se indica muchas veces y se pregunta a una mujer si trabaja o no, como si asumir las tareas domésticas no fuera una actividad de gran esfuerzo, el hogar es una verdadera empresa.
En muchas ocasiones, ya antes de contratar, el empleador, en la primera entrevista, se atreve a preguntar a la mujer que solicita un empleo si tiene hijos o si piensa tenerlos en el futuro. Es un dato que nadie debía atreverse a preguntar, pertenece a la más estricta intimidad. En realidad el concepto ha cambiado en los últimos años pero es cierto que desde la incorporación al empleo continúan las dificultades. Pedir permiso sin sueldo para atender a un menor enfermo es una petición que parece molesta y es que existe la creencia de que los varones no tienen la responsabilidad por sus hijos, para eso están las esposas, las abuelas, que tienen difícil que se aplique el derecho a la igualdad. Cuando se alega causa de discriminación laboral hay que llegar hasta el Tribunal Supremo o Tribunal Constitucional para que sea reconocida.
Las normas establecen una magnífica protección en Tratados, Directivas Comunitarias, Constituciones , Convenios Internacionales y un sinfín de leyes de todo nivel pero en la práctica están muy arraigados los prejuicios que mantienen las diferencias y nadie advierte que hay muchos sectores desempeñados casi exclusivamente por mujeres, enfermería, farmacia, docencia, agricultura, industrias de enlatados. Jamás ha podido demostrarse que funcionen con menos calidad ni bajo rendimiento y es evidente que muchas trabajadoras de estas empresas tienen hijos.
Por otra parte, la sociedad ha de procurar que los menores estén protegidos y bien cuidados. El ideal sería que los varones participaran en ello con igualdad, pero hasta que eso se produzca el peso lo asumen las mujeres que tienen «facilidades» para ocuparse de los niños con la mayor dedicación. Forges, genial humorista, publicó hace un tiempo una viñeta en la que le decía una viejecita a su amiga: «desde que me liberé cuanto más me realizo más me arriñono» y otra muy real, la mujer le dice a su pareja: «has sacado un 4,70 en la estadística de tu dedicación a la paternidad».
Es necesario repartir por igual los trabajos domésticos y la atención de los hijos, que incluye jornadas exhaustivas, sin horario ni vacaciones. Es cruel que se sobrecargue para el trabajo únicamente a las madres de familia pero así sigue siendo, no hay más que fijarse en la salida de los colegios, en las tiendas de alimentos o en los cuidados hospitalarios. Pocos hombres cuidan a los enfermos o van a los supermercados a la compra, casi todas son mujeres con gran nivel de entrega, sin que se resienta su actividad laboral y según las estadísticas y lo triste es que sigan cobrando menos por el mismo trabajo, algo muy negativo para el colectivo social.
En el año 2016 la normativa española de Seguridad Social compensó a las madres trabajadoras con el incremento de la pensión de su jubilación, un porcentaje del 5, 10, 15% según los hijos que hubiera tenido y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea consideró que esta norma, que solo se aplicaba a las mujeres, era una discriminación, sin advertir que es solamente una mínima compensación por el doble trabajo desempeñado y lo que han sufrido a lo largo de su actividad laboral. Al fin se ha extendido esta norma a los varones jubilados que en la actualidad están solicitando sus cantidades correspondientes. En algunos países de Europa se compensan las desventajas de las madres trabajadoras concediendo la anticipación de la edad para obtener la jubilación. Se trata de compensar a las mujeres por el pluriempleo que han tenido que asumir.
La verdadera igualdad solo se alcanzará cuando todos los varones se ocupen de la compra doméstica, planchar toda la ropa, hacer la comida, pasar la noche con un hijo enfermo y tantos detalles imperceptibles que recaen exclusivamente sobre los colectivos femeninos. No solo hay que centrarse en las diferencias de la actividad laboral. La vida familiar requiere un trabajo invisible, intenso, muy duro, que apenas se aprecia y se realiza casi exclusivamente por las mujeres.
De todas formas no hay que olvidar que en los países civilizados el colectivo femenino puede reclamar y quejarse y dedicar un especial recuerdo a las mujeres de algunos países que no tienen posibilidad siquiera de elegir a su propio esposo ni pueden acceder a estudios primarios.
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