El canto del cuco

La mano en el avispero

La cacareada iniciativa gubernamental corrobora la deriva autoritaria del presidente Sánchez, dispuesto, según parece, a utilizar todos los resortes a su alcance para mantenerse en el poder tres años más hasta apurar la legislatura

El plan del Gobierno para controlar a los medios de comunicación críticos, presentado como un instrumento de regeneración democrática, ha conseguido, de entrada, que aumente la desconfianza y la hostilidad de esos medios hacia la persona del presidente Sánchez. Éste, mal aconsejado o despreciando las advertencias de algún consejero sensato, ha metido la mano en el avispero y va a salir malparado. Si pretendía, como parece, salvar el honor de su mujer frenando en seco las acusaciones que pesan sobre ella, el intento de mordaza, junto con la arremetida personal contra el juez instructor, va a provocar lo contrario. Ese es el origen de esta humareda –los cinco días de reflexión–, aunque se pretenda basar la decisión gubernamental en una disposición europea sobre defensa de la libertad de prensa.

En materia de transparencia y de respeto a la verdad, sin bulos ni mentiras, este Gobierno y su presidente no pueden dar lecciones a nadie. Es normal que se desconfíe de sus intenciones, sus palabras y sus «cambios de opinión». Sin ir más lejos, en las sesiones de control parlamentario, convertidas en tiempo perdido, el presidente y sus ministros no responden a nada de lo que se les pregunta, sino que se dedican a criticar o insultar a la oposición. ¡He ahí un ejemplo de transparencia! El rechazo a su plan de «regeneración democrática» es, como era de esperar, abrumador. Sólo los medios sometidos al poder han aceptado sumisamente, aunque sin ningún entusiasmo, el plan, convencidos de que la mayor parte de sus 31 puntos quedarán en nada –«son humo», dicen–, entre otras razones porque será imposible poner de acuerdo a los variopintos y desorientados socios del Gobierno.

El jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ha reducido la propuesta gubernamental a «una ofensiva contra jueces, periodistas y medios, un plan de censura». Y ha denunciado: «No se veía una cosa así desde Franco». Pero, si esto es así, ¿a qué espera para presentar la moción de censura? La cacareada iniciativa gubernamental corrobora la deriva autoritaria del presidente Sánchez, dispuesto, según parece, a utilizar todos los resortes a su alcance para mantenerse en el poder tres años más hasta apurar la legislatura. Esa es su obsesión. No le importa que le fallen los apoyos en las Cortes y que ni siquiera pueda sacar adelante los Presupuestos ni la proclamada «regeneración democrática». Pedro Sánchez se ríe de la oposición «avinagrada». Sabe que sólo la Prensa libre y la Justicia pueden cortarle el paso. De ahí su empeño en controlar el avispero incontrolable de jueces y periodistas.