
Sin Perdón
Nadie conocía a Aldama
No hay escándalo que no incluya reacciones airadas de los señalados y la amenaza de acudir a los tribunales para defender su honor
Esta claro que el conseguidor no tiene quien le quiera. A los que presuntamente favoreció han negado conocerlo, lo consideran un mentiroso y en cualquier momento lo convertirán en un personaje de la fachosfera. Su declaración ante el juez es muy impactante, aunque la izquierda mediática no le da ninguna credibilidad. Es curioso que cuando este tipo de asuntos afectaban a personajes del PP o al propio partido se utilizaron hasta la extenuación y sus protagonistas tenían presunción de veracidad. Por supuesto, la corrupción que afectaba a militantes del PP era gravísima, mientras que ahora son las mentiras de un personajillo. Lo que tengo claro, a la espera de la conclusión de la investigación judicial y el juicio que luego se celebre, es que el marrón se lo comerán Ábalos, que es el culpable perfecto, el pintoresco Koldo y el conseguidor Aldama. Los tres personajes de la trama son perfectos mientras la izquierda intenta contener el escándalo para que no afecte a Sánchez, su partido y su Gobierno. La reacción contra Aldama fue inmisericorde, porque el objetivo es descalificarlo como testigo. Por supuesto, se anunciaron las querellas de rigor.
No hay escándalo que no incluya reacciones airadas de los señalados y la amenaza de acudir a los tribunales para defender su honor. Es cierto que Aldama tiene todos los elementos que le convierten en un malo de película. Otra cosa distinta será determinar la veracidad de sus denuncias. Al final, todo se circunscribe a comprobar si tiene o no tiene pruebas de lo que afirma. En el caso de Ábalos y Koldo parece bastante evidente que se beneficiaron de su amistad con Aldama. No se entiende el ritmo de vida que llevaban y en el caso del primero la cantidad de amigas de compañía que necesitaba mantener. En este caso optó por que la Administración sufragara parte de los gastos de su vida desordenada. Es cierto que las colocaba como auxiliares administrativas, pero no parece que sus capacidades estuvieran centradas en el uso del ordenador o las centralitas telefónicas. El escándalo no puede ser más sórdido y asegura haber entregado sobres con cantidades poco relevantes. Esto lo hace incluso, si cabe, más patético si fuera cierto, porque pondría de manifiesto que hay políticos que se venden por unos pocos euros. Me cuesta mucho creerlo.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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