Tribuna
Oigo, Ucrania, tu aflicción
Es fácil decir que no se alimente el conflicto con la entrega de más armas, cuando sin ellas, sin posibilidad de luchar, sin una posición de fuerza, es imposible llegar a una mesa de negociación
Tantas cosas, querida Ucrania, recuerda vuestra lucha a la nuestra contra la Francia de Napoleón, que me atrevo a apelar al poeta que supo plasmar con letras de oro, lo que solo se siente en uno de estos momentos históricos (1). Porque también os llegan las notas «del triste concierto, que suenan tocando a muerto, la campana y el cañón». Y como esta guerra se prolongue en el tiempo, puede también que un día «a vuestro suelo le falte tierra, para cubrir tanta tumba».
No ha cambiado tanto el mundo en dos siglos. Los imperios no se resignan a diluirse; los supuestos aliados dejan de serlo cuando chocan intereses; los hermanos de sangre y religión son especialmente crueles cuando apelan a la guerra.
Quizás no supisteis ver a tiempo lo que ha representado y representa el comunismo en nuestro mundo y muy especialmente en vuestro oriente europeo. Quizás si supisteis hacerlo a partir de 2014 una vez perdida Crimea, cuando otros países como los Bálticos, ya desde la misma caída del Muro de Berlín, eran conscientes de la amenaza que representaba esta nueva Rusia que, especialmente desde la llegada de Putin, no asumía ni aceptaba la disolución de aquel imperio de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Por supuesto mucho menos, cuando ocho naciones que lo formaban, se integraron en estructuras políticas y de seguridad del llamado Occidente: OTAN y UE. Digiere mal el comunismo las derrotas.
Y no solo aquí en Europa. En una Nicaragua con la que la sociedad internacional se volcó para dar a su población nuevas oportunidades de vida, en la que muchos españoles entregamos esfuerzos e ilusiones, porque quisimos a aquellas buenas gentes, hoy permanece un residual comunismo al más puro estilo de aquella «página mal arrancada y leída con ira del libro del Evangelio» que hoy encarcela obispos, prohíbe la Semana Santa, expulsa disidentes, no permite el menor atisbo de crítica o de alternativa de poder.
Con otros ropajes, también los tenemos aquí. Son los que, formando parte de nuestro Gobierno, chantajean a su manera para que no os ayudemos. Es fácil decir que se agoten las medidas diplomáticas, como si no se hubiesen realizado exhaustivamente antes y continúen hoy. Es fácil decir que no se alimente el conflicto con la entrega de más armas, cuando sin ellas, sin posibilidad de luchar, sin una posición de fuerza, es imposible llegar a una mesa de negociación. Se olvidan, cegados por su sumisión ideológica, que quien «rompió la baraja», quien atacó a un país soberano, quien violó la Carta de Naciones Unidas de la que, precisamente, Rusia y Ucrania fueron fundadores en 1945, fue la primera. Son los que han conseguido que nuestro Gobierno solo se haya comprometido a enviar 6, máximo 10 «Leopard», sacados de una campa de la Base de Casetas próximos al desguace, mandados con urgencia a la fábrica que tiene Santa Barbara en Sevilla, para un «reseteado» –espero y deseo que recuperen su operatividad– aparte de un repaso de chapa y pintura. ¡No es, asumámoslo, el mayor esfuerzo de Occidente!
Pero no somos los únicos en vender humo. Los AMX 10 RC ruedas que manda Francia llevan años descatalogados. Alemania algo remisa al envío de apoyos, aún sin digerir el cese de su ministra de Defensa entre otras causas por estas ayudas, ve cómo sus fábricas de armamento como Rheinmetal declaran ganancias por encima del 300% respecto al año anterior y alzas en bolsa superiores al 150%. No se quedan atrás las rusas: Almaz-Antey la mayor empresa del sector aumentó su cotización en bolsa un 45% y sus beneficios se han disparado tras multiplicar su Ejército, la cartera de pedidos.
¿Quiénes se han comprometido en ayudar? Entiendo que los EE.UU. y el Reino Unido, liderando apoyos occidentales, en el marco de una recuperada y eficaz OTAN. Aquí si hemos demostrado compromiso. La visita de Biden a Kiev, significativa.
También los países limítrofes, los que conocen el paño enemigo; los que han absorbido 8 millones de refugiados como Polonia que este verano ya mandó 240 carros de combate T-72 rusos y la República Checa otros 40; los que tienen amplias fronteras con Rusia como Finlandia y los tres Bálticos; los que como Lituania y Polonia albergan los estratégicos 96 kilómetros del corredor de Suwalki, que une desde 1946 a Rusia con su gran base naval en el Báltico, Kaliningrado, la antigua Königsberg prusiana. ¿Sería concebible hoy que Alemania intentase recuperarla al estilo Dombás o Crimea?
Cerraría el poeta esta reflexión con unas últimas décimas: «aquel genio de ambición/que en su delirio profundo/cantando guerra, hizo al mundo/ sepulcro de su nación//no llegó a percibir, ebrio de orgullo y poder/que no puede esclavo ser, pueblo que sabe morir».
(1) Bernardo López García. (1838-1870) «Oda al 2 de mayo»
Luis Alejandre Sintes es general (R).
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