Sin Perdón

Pardo de Vera y Táboas

«El problema era mayúsculo, porque mostraba una enorme incompetencia, impropia del elevado nivel de la ingeniería española»

El Gobierno necesitaba urgentemente encontrar algunas víctimas propiciatorias para contener los daños provocados por el escándalo de los trenes de Cantabria y Asturias. El primer intento fue culpar a dos funcionarios sin relevancia política, pero enseguida quedó claro que era un intento infructuoso. El problema era mayúsculo, porque mostraba una enorme incompetencia que es impropia del elevado nivel de la ingeniería española, que se encuentra entre las mejores del mundo. Hace años tuve la oportunidad de tener largas e interesantes conversaciones con José Antonio Fernández Ordóñez, uno de los grandes ingenieros de Caminos españoles y una gran persona que, desgraciadamente, nos abandonó prematuramente en el año 2000. Era el presidente del Patronato del Museo del Prado mientras que yo era director del gabinete del ministro de Educación y Cultura, así como consejero del Gestor de Infraestructuras Ferroviarias. Le resultaba interesante mi fascinación por la ingeniería y las obras públicas e incluso me regaló uno de los cuadernos personales que utilizaba para sus notas como muestra de afecto. Me imagino su estupor ante el despropósito provocado por la incompetencia de algunos políticos y técnicos. Es incomprensible. El Gobierno ha forzado la dimisión del presidente de Renfe, Isaías Táboas, y la secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera.

A Pardo de Vera la conozco y tengo la mejor de las opiniones en el terreno personal y profesional. Es una brillante ingeniera de Caminos que tuve la oportunidad de tratar hace algún tiempo y es la hermana de Ana, una buena amiga y compañera periodista. Al margen de la responsabilidad política que ha ocupado, no deja de ser una técnica de primer nivel muy adecuada para el cargo que acaba de abandonar. Esta dimisión le honra, aunque desconozco si ha tenido alguna responsabilidad, pero dudo que sea así. La política es una actividad muy dura e incierta. La proximidad de las elecciones autonómicas hacía necesario una actuación tan contundente, ya que era exigida por el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, y con menor intensidad por el asturiano, Adrián Barbón, condicionado por su militancia socialista. No hay duda del tradicional abandono que han sufrido esas dos regiones. La mejora de la conexión ferroviaria, todavía insuficiente, era un justo anhelo de la población. El único aspecto positivo es que el escándalo pone de manifiesto está realidad.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)