Opinión

Yo quiero el último hombre

La testosterona no solo está pasada de moda en los circuitos más radicales, locos e irreflexivos, sino que biológicamente está en decadencia. Diversos estudios aseguran que los hombres del siglo XXI tienen menor cantidad de dicha hormona que sus predecesores

Las feministas furibundas (como los fanáticos en general) se equivocan, porque desconocen que toda su cosmovisión proviene de un error sistemático: trasladar e identificar su experiencia personal y sus propias heridas sin resolver con la realidad. Para ellas todos los hombres son aquel que les hizo daño. Confunden un hombre masculino y competente, con un malvado o un irresponsable. Y en aras de un pretendido progreso insisten en que fabriquemos nuevos hombres flácidos y que les arranquemos las uñas como a los gatos, para que no arañen las cortinas. Huyen de sus dolores cuando lo que deberían hacer es correr al psiquiatra más cercano o mejor todavía, dejar de mirarse el ombligo.

_ ¿Es machista ser caballeroso? _ Mi hijo Pepe de 15 años.

_Claro que no. Verás, la caballerosidad no tiene nada que ver con la opresión de las mujeres. De cualquier persona más grande y fuerte se espera (si no es oligofrénico o un psicópata) un comportamiento deferente, noble, generoso y protector con los que le rodean. Por eso se entiende que tú (Pepe es fortachón) dejaras pasar a las mujeres, a los mayores y a los niños, por ejemplo…Y no sólo a ellos. Yo también lo hago, yo les llevo las maletas a mis padres....

Es normal que los hombres de hoy reflexionen sobre su papel en una sociedad en la que el rol de la mujer ha evolucionado tanto. Sin embargo, la ideologización ha pasado de intentar convertir a las mujeres en hombres a pretender que los hombres de transformen en mujeres. Algo que no conviene a ninguno de las dos partes ni tampoco a la sociedad.

En efecto, la testosterona no solo está pasada de moda en los circuitos más radicales, locos e irreflexivos, sino que biológicamente está en decadencia. Diversos estudios aseguran que los hombres del siglo XXI tienen menor cantidad de dicha hormona que sus predecesores. Los científicos apuntan a factores como la vida sedentaria…Sin embargo y pese al constante mantra de algunos sectores, la conexión entre testosterona y violencia no ha sido determinada y su disminución no hará sociedades más pacíficas y conciliadoras.

Las consecuencias de dicha reducción hormonal son indeseables. ¿Sabían que la testosterona previene la depresión y que sus niveles bajos están directamente relacionados con esta enfermedad que cada vez afecta a más hombres?

Muchos piensan que es al revés, que “ser hombre” hasta hoy representa un error estructural, un accidente ¿cultural? y que los machos de la especie humana necesitan deconstruirse en cursillos impartidos por (neuróticos u oportunistas) expertos aliades para aprender a ser como nosotras, que somos geniales. Y que, al ganar en expresión sentimental, esa que ahora contienen, habrá menos suicidios y menos violencia…

Lo que ocurre es que a la realidad le importa poquísimo lo que digamos, y el castrar moral y socialmente a los hombres masculinos nos precipita a un mundo de hombres acomplejados, pasivo agresivos y resentidos.

Y luego, que, en todo el globo, una mujer sensata, sana y bien constituida, no desea un hombre feminizado, ni en la cama, ni fuera de ella, porque todas preferimos un hombre con liderazgo, más fuerte, más grande y si es posible más inteligente. Y no es capricho, ni cultura patriarcal, ni mucho menos machismo, es biología. Dado que en todas las especies en las que la gestación es larga y el cuidado de las crías muy dependiente, las hembras escogen para protegerse a sí mismas y a sus camadas, machos alfa, como es lógico.

Lo cierto es que ninguna ideología, ni tampoco el feminismo, podrá suplantar jamás el poder ingobernable y la fuerza de la naturaleza.

La "tóxica masculinidad", el cliché que más pita. Es verdad que todo, hasta la bondad, en un grado exagerado es tóxico, peligroso e incómodo, pero los jóvenes están recibiendo, como cierto, un mensaje devastador, pecadores originales por el mero hecho de ser hombres, mientras, las chicas fantasean con sus nuevos compañeros asustadizos y confitados, que les guardan los tampax en el bolso por si acaso, expresando sin parar sus sentimientos.

Todo eso está muy bien, hermanas, hasta que conseguís desconectar de vuestra indignación y de la neurosis y lo hacéis con vuestra fisiología y hormonas, las de la hembra que llevamos dentro, y el castillo se desmorona.