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El trípode

Sánchez con Cerdán, cumplimentando a Otegi

El aspirante a presidir el gobierno de España, tras haber sido rechazado dos veces sucesivas por los españoles, estuvo negociando la moción de censura previamente con el líder de los sucesores políticos de ETA

Ayer conocimos una noticia que supera todo lo imaginable en cuanto a indignidad política. Aunque ciertamente Sánchez y su sanchismo han llegado a tal nivel en ese ámbito que cualquier cosa es ya posible, en una muestra de la degradación ética y moral a la que se ha llegado desde que él está instalado en La Moncloa. Por ello conviene destacar que lo más grave es que ya no se trata «solo» de un gran problema de indignidad de ética pública, sino de un auténtico riesgo de involución política que puede convertir a España en una virtual autocracia, con él al frente. La «inimaginable» noticia fue publicada ayer por El Español, según la cual la semana anterior a la moción de censura –que el 1º de junio de 2018 llevó a Sánchez a La Moncloa con 85 diputados– él habría ido junto a Santos Cerdán en avión de Madrid a Bilbao, para que desde el aeropuerto de la capital vizcaína un coche del PSOE conducido para ello por Koldo desde Madrid le acercara a un caserío a reunirse con Arnaldo Otegi. Con quien habría estado reunido allí más de tres horas pactando su apoyo en la moción de censura, en un encuentro organizado por el empresario Antxon Alonso, el socio conseguidor de Cerdán de la empresa Servinabar. Es decir, que el aspirante a presidir el gobierno de España, tras haber sido rechazado dos veces sucesivas por los españoles –que le causaron las dos mayores derrotas electorales obtenidas por un candidato socialista con 89 y 85 diputados en 2015 y 2016, respectivamente–, estuvo negociándola previamente con el líder de los sucesores políticos de ETA. Y para que no faltara de nada, acompañado de quienes conforman el núcleo de una trama de corrupción política y económica investigada por la Justicia. Poder independiente del Ejecutivo y garantía de la existencia de un auténtico Estado democrático y de Derecho en España. Y como no se pliega con sus acciones a la voluntad sanchista, es calumniado por ellos, acusándole de venganza política y de «querer derrocar a la coalición progresista en el Gobierno». Incluso la que fue su ministra de Justicia y fiscal general del Estado, Dolores Delgado, junto a su pareja, el exjuez Baltasar Garzón, se manifestaron ayer en una concentración que acusó gravemente al Tribunal Supremo por condenar a García Ortiz, del que Sánchez reiteró también la convicción de su inocencia. Y ya apuntando –como hizo con los ERE y la amnistía– a que Conde-Pumpido pueda conseguirlo, convirtiendo al TC en lo que no es –una virtual instancia jurisdiccional–, que revisa sentencias del TS a su conveniencia. Camino de una autocracia.